En este mundo de locura liberal.. todo lo que sea degradación.. decadencia..degeneración o envilecimiento en el hombre esta permitido y es fomentado...pero el verdadero pensamiento independiente que se salga de lo que dicta el sistema.. es severamente penado por todas las cortes del mundo...el "delito de opinión" es el peor crimen que se puede cometer en este mundo de pensamiento totalitario...Oder

lunes, 28 de julio de 2014

Curiosidades del pensamiento..

Curiosidades del pensamiento de Francis Parker Yockey y similitudes con José Antonio Primo de Rivera y José Ortega y Gasset. Despues de leer La Proclamación de Londres del Frente de Liberación Europeo, un manifiesto lanzado por el estadounidense Francis Parker Yockey en 1951 como declaración de intenciones de un nuevo movimiento de tercera vía y europeísta en la línea del filósofo fascista Julius Evola y, entre otras cosas, ha sido considerado como uno de los padres del movimiento nacional revolucionario europeo del siglo XX.


Si algo me llamó la atención del pensamiento que Yockey expuso en La Proclamación de Londres fueron un par de similitudes con la visión que había tenido del pasado europeo José Antonio Primo de Rivera.

Yockey comenzó su manifiesto con las siguientes líneas: “Desde el principio, la cultura occidental ha sido una unidad espiritual. Este hecho básico y formativo universalmente contrasta del todo con el punto de vista ignorante y superficial de aquellos que mantienen que la idea de la unidad de Occidente es nueva, un elemento técnico que sólo se puede producir a partir de una base limitada y condicionada.

Desde su nacimiento con las Cruzadas, la cultura occidental tuvo un Estado con su emperador a la cabeza, una iglesia y una religión, el Cristianismo gótico, con un papa autoritario, una raza, una nación y un pueblo que se sentía distinto y unitario, y que también era reconocido por las fuerzas exteriores. Había un estilo universal, el Gótico, que inspiró y dio forma a todo el arte, desde los oficios hasta las catedrales. Había un código ético para la relación entre los estratos culturales, la caballería occidental, creado a partir de un sentimiento del honor puramente occidental.

Había un idioma universal, el latín, y una ley universal, la ley romana”. De alguna manera, el estadounidense elogió la unidad de mando y de cultura que también valoró José Antonio en un discurso pronunciado el 3 de marzo de 1935 en Valladolid: “Las edades pueden dividirse en clásicas y medias; éstas se caracterizan porque van en busca de la unidad; aquéllas son las que han encontrado esa unidad.

Llega el siglo XIII, el siglo de Santo Tomás. En esta época la idea de todos es la “unidad” metafísica, la unidad en Dios; cuando se tienen estas verdades absolutas todo se explica, y el mundo entero, que en este caso es Europa, funciona según la más perfecta economía de los siglos. Las universidades de París y de Salamanca razonan sobre los mismos temas en el mismo latín. El mando se ha encontrado a sí mismo. Pronto se realizará el Imperio español, que es la unidad histórica, física, espiritual y teológica”.

Para Jockey, igual que le sucedía a José Antonio, la ruptura de la sociedad europea y su posterior decadencia tuvieron su origen en el siglo XVIII y en la Revolución Francesa: “Los principales aspectos vitales retrocedieron ininterrumpidamente, antes que los aspectos exteriores, hasta finales del siglo XVIII, cuando Occidente tuvo su mayor crisis conocida hasta entonces. La gran crisis tomó forma política en la Revolución Francesa. 

Esta revolución total marcó la victoria de la democracia por encima de la aristocracia, del parlamentarismo por encima del Estado, de la masa por encima de la calidad, la razón por encima de la fe, los ideales de igualdad por encima de la jerarquía orgánica (…) En una palabra, la civilización quedaba por encima de la cultura”. Comparemos las palabras anteriores con las del fundador de la Falange en su conocida conferencia en el Círculo Mercantil de Madrid el 9 de abril de 1935: “Vamos a pensar que estamos, por un instante, en el último tercio del siglo XVIII.

Del siglo XIII al XVI, el mundo vivió una vida fuerte, sólida, en una armonía total; el mundo giraba alrededor de un eje. En el siglo XVI empezó esto ya a ponerse en duda. El siglo XVII introdujo el libre examen, se empezó a dudar de todo. El siglo XVII ya no creía en nada; si queréis, no creían en nada los más elegantes, los más escogidos del siglo XVIII; no creían ni siquiera en sí mismos. Empezaron a asistir a las primeras representaciones, a las primeras lecturas en que los literatos y los filósofos de la época se burlaban de esa misma sociedad afanada en festejarlos.

Vemos que las mejores sátiras contra la sociedad del siglo XVIII son aplaudidas y celebradas por la misma sociedad a la que satirizaba. En este ambiente del siglo XVIII, en este siglo XVIII que todo lo reduce a conversaciones, a ironías, a filosofía delgada, nos encontramos dos figuras bastante distintas: la figura de un filósofo ginebrino y la figura de un economista escocés”. Juan Jacobo Rousseau y Adam Smith, los dos personajes históricos criticados por José Antonio, fueron los autores intelectuales de lo que sucedió en Europa desde el siglo XVIII en adelante en los terrenos de la política, la economía y la moral; que supuso el triunfo de la mediocridad sobre lo selecto, algo que sería descrito magistralmente (aunque con un cierto tono liberal) por el filósofo español José Ortega y Gasset.

Por otra parte, como veremos más adelante, Yockey también señaló cierto carácter asiático del bolchevismo soviético, al igual que las similitudes entre liberalismo y comunismo.

Y puede decirse que en lo anterior terminan las coincidencias entre José Antonio y Yockey porque éste último presenta unos tintes “antisemitas” que en el fundador de la Falange fueron casi inexistentes y anecdóticos (y digo casi porque en alguna ocasión aislada sí hizo referencia a la vinculación entre los judíos, el capitalismo y el marxismo), hecho que puede explicarse en la influyente minoría judía que sí existía (y existe) en los Estados Unidos durante los años de vida de Yockey y su nula o casi inexistente presencia en la España de preguerra que vivió José Antonio.

El fenómeno del “antisemitismo” en las terceras vías siempre tuvo su razón de ser en función de la importancia de la minoría judía en el país en cuestión; de esa manera, Alemania, Rumanía y otros países del Este sí emplearon el “antisemitismo” como bandera en sus respectivos movimientos de tercera vía, mientras que en naciones como Italia y España este recurso siempre fue una etiqueta más para referirse al capitalismo internacional.


Volviendo al manifiesto de Yockey, nos encontramos con que vincula la influencia de la minoría judía ubicada en las sociedades occidentales dentro de los movimientos modernistas como una venganza por el trato recibido en el pasado por la Europa cristiana: “La cultura-estado-nación-religión-raza-pueblo del judío es un producto de una cultura que se completó y no cambió desde nuestro periodo gótico. Cuando nosotros apenas surgíamos de la era primitiva, estos extranjeros culturales se dispersaron por toda Europa.


En la cultura de que es producto el judío, una nación era una unidad de creencia, del todo independiente de la noción de territorio, de patria. Esparcido por toda Europa, el judío veía a todos los occidentales como extranjeros. No había lugar en el mundo occidental de la Cristiandad gótica, la caballería, la piedad y la sencilla economía agrícola para este extraño “sin tierras” y desarraigado con su Torá y su Talmud, su dinero y su cinismo, su ética dualista, una para él y otra para los gohim. El sentimiento general de la era gótica religiosa era que el judío era la creación del Maligno, quien le asignó el control del comercio de la usura.

Hubo protestas contra la usura que ocasionaron el saqueo y la quema de judíos. Papas y filósofos escolásticos denunciaron a los judíos. Todos los reyes occidentales, en uno u otro momento, expulsaron a poblaciones judías enteras de sus reinos. Los judíos eran colgados en masa como represalia a su usura y su falsificación. Cualquier posibilidad de asimilación del parásito por parte del huésped siempre ha sido imposible, debido al resentimiento infinitamente profundo y al imperativo de venganza que se desarrollaron en la cultura-estado-nación-raza-pueblo del judío .

Con la llegada del materialismo, el capitalismo, la democracia y el liberalismo, una gran ola de excitación invadió el mundo judío. El judío ha observado las potencialidades de estas cosas y ha favorecido su crecimiento de todas las maneras posibles”.

Con el curioso apelativo de “alien” y “distorsionador cultural”, Yockey ya vinculó en 1951 la presencia judía en los contenidos del cine americano de Hollywood: “Todos los aspectos de la decadencia social eran permitidos por el distorsionador cultural, que sabía reconocer en estos su valor para su programa de ascensión. Mientras tanto, divulgó y defendió todas estas formas de decadencia social para las naciones blancas y tenía mucho cuidado en mantener alejada a su cultura-estado-raza-nación-pueblo de dichas formas.

La degradación de la vida social no sucedió así como así, sino que fue planeada, promovida deliberadamente y divulgada, y la destrucción sistemática de toda la vida continúa hoy en día.
Los instrumentos de este asalto son las armas propagandísticas: prensa, radio, cine, teatro, educación. Actualmente, estas armas están casi por completo controladas en Europa por las fuerzas de la enfermedad cultural y la degeneración social. La principal fuente de propaganda es el cine y desde su capital, Hollywood, el judío vomita un sinfín de series de películas pervertidas para envilecer y degenerar la juventud europea, tal y como había conseguido hacer con la juventud americana.

El mensaje de Hollywood es el del significado total del individuo aislado, sin estado y sin raíces, fuera de la sociedad y de la familia, cuya fe se basa solamente en la ganancia de capital y en el placer erótico. No es el amor normal y saludable entre un hombre y una mujer con hijos en común el tipo de amor que predica Hollywood, sino el enfermizo-por-el-simple-placer, el placer sexual entre dos granos de arena humana, superficial y temporal. Ante éste, todos los grandes valores son dejados a un lado por Hollywood: matrimonio, honor, deber, patriotismo, austeridad, dedicación de uno mismo a una meta mayor. Esta horrible distorsión de la vida sexual ha creado la erotomanía que obsesiona a sus millones de víctimas en América, y que ha sido importada a Europa a través de la invasión americana”.


Lo cierto es que se podrá criticar su “antisemitismo” pero no puede negarse que Yockey acertó en la denuncia que hizo sobre el modelo de hombre y mentalidad que produciría la industria cinematográfica hollywoodiense. Igualmente, su comparación del demoliberalismo con el comunismo sigue siendo hoy sorprendentemente válida:
“Los principales valores del comunismo eran idénticos a los de la democracia liberal: el comunismo también predicaba el significado económico de la vida, la supremacía del individuo, la sublimidad de la “felicidad”, la doctrina del paraíso terrenal, la superioridad del peor tipo de hombre, el materialismo, el criticismo, el ateísmo, el intelectualismo, el odio hacia la autoridad, el suicidio de la raza, el feminismo y el pacifismo. La única diferencia entre la democracia liberal y el comunismo en su práctica es que el comunismo era una intensificación de aquellas creencias hasta el punto en el que éstas llegaban a ser política”.


Es obvio que las ideas que expone Yockey tenían su origen en la Europa de entreguerras, a la cual hace referencia en alguna ocasión: “Todos los elementos de la enfermedad se unieron en la negación y el odio hacia el gran resurgimiento europeo de la autoridad. La conquista del etíope y silvestre paisaje de Abisinia por parte de la raza europea fue diabólicamente presentado como un “crimen” por la enfermedad demócrata-liberal-comunista judía.

Intentaron fomentar la guerra en la europea España en 1936. El Bolchevismo ruso envió agentes y armas, el Bolchevismo de Hollywood envió ayuda militar y financiera, el Bolchevismo judío envió líderes y organizadores. El pelotón liberal-comunista-demócrata de todo el mundo occidental, el enemigo interno de Occidente, creció entusiasta, y de sus hileras surgió una corriente de conscriptos en su misión de destrucción. Pero Europa reaccionó como una unidad y frustró la trinidad bolchevique de los enemigos externos”.

Y aquí nos encontramos con un punto criticable. El mundo anglosajón (Estados Unidos e Inglaterra) mantuvo una llamativa actitud de no beligerancia hacia la España nacional y posteriormente presionaron para que el nuevo Estado no entrase en la Segunda Guerra Mundial al lado del Eje (años después, en fecha posterior a la publicación del manifiesto de Yockey, España abandonó el aislamiento internacional gracias a los Estados Unidos de América). Aunque sí es cierto que voluntarios estadounidenses del Batallón Abraham Lincoln combatieron en las filas de las Birgadas Internacionales en apoyo al Frente Popular.


Yockey, en 1951, señalaba a tres enemigos para Europa; concretamente, los Estados Unidos, la Unión Soviética y el nuevo Estado de Israel: “Europa conoce la identidad de su enemigo interno y de lo que es responsable. Sabe que es el peor enemigo de Europa porque se hace pasar por europeo, pero Europa tiene enemigos externos hacia los cuales debe adoptar una postura definitiva.

Los enemigos externos son el régimen bolchevique de Moscú, el régimen judío americano de Washington y la cultura-estado-nación-raza del judío, el cual ha creado ahora un nuevo centro de intriga en Tel Aviv y un segundo en Nueva York”.
Éste también es un punto que debe quedar claro. El pueblo judío tiene derecho a vivir en un Estado propio, sin ninguna duda; pero lo que no puede permitírsele, y para esto no tendría que servir ninguna justificación basada en su pasado histórico como pueblo errante, es que, además de oprimir a otra población, actúe como grupo de presión económico en todo el mundo. Por supuesto, hay que distinguir entre el pueblo judío como comunidad humana y los sionistas como grupo político y de presión hace unos días, los españoles vimos cómo una fundación sionista de “filántropos” se reunía con el Rey de España y visitaba la ciudad de Toledo; por eso, como falangista me opongo al antisemitismo por odiar a una comunidad humana por sus diferencias culturales, religiosas y raciales, y al sionismo por suponer una intromisión en la libertad política y económica de las naciones.


Finalmente, no quiero dejar pasar la ocasión de mostrar una similitud existente entre Yockey y el filósofo José Ortega y Gasset en su visión sobre la inevitable unidad futura de Europa. Según propuso Yockey, “las culturas locales en Europa serán tan diversas como quieran, y disfrutarán de una perfecta autonomía en el imperio europeo ahora que la opresión del nacionalismo vertical está muerta. Cualquiera que quiera perpetuar el estatismo insignificante o un nacionalismo caduco se considera enemigo interno de Europa. Está jugando al juego de las fuerzas extraeuropeas: divide a Europa y comete traición.

Sólo hay una traición ahora, la traición hacia Europa. Las naciones están muertas y Europa ha nacido”.
Décadas antes, Ortega había hablado en varias ocasiones sobre una futura unidad europea:
“Ahora llega para los europeos la sazón en que Europa puede convertirse en idea nacional. Y es mucho menos utópico creerlo hoy así que lo hubiera sido vaticinar en el siglo XI la unidad de España y de Francia. El Estado nacional de Occidente, cuanto más fiel permanezca a su auténtica sustancia, más derecho va a depurarse en un gigantesco Estado continental.

Los europeos no saben vivir si no van lanzados en una gran empresa unitiva. Cuando ésta falta, se envilecen, se aflojan, se les descoyunta el alma.

Los círculos que hasta ahora se han llamado naciones llegaron hace un siglo, o poco menos, a su máxima expansión. Ya no puede hacerse nada con ellos si no es trascenderlos. Ya no son sino pasado que se acumula en torno y bajo del europeo, aprisionándolo, lastrándolo. Con más libertad vital que nunca, sentimos todos que el aire es irrespirable dentro de cada pueblo, porque es un aire confinado. Cada nación, que antes era la gran atmósfera abierta oreada, se ha vuelto provinciana e “interior”. En la superación europea que imaginamos, la pluralidad actual no puede ni debe desaparecer.

Sólo la decisión de construir una gran nación con el grupo de los pueblos continentales volvería a entonar la pulsación de Europa. Volvería ésta a creer en sí misma y automáticamente a exigirse mucho, a disciplinarse” (La rebelión de las masas, 1930).
“Europa no es, no será la internación, porque eso significa, en claras nociones de historia, un hueco, un vacío y nada. Europa será la ultranación. La misma inspiración que formó las naciones de Occidente sigue actuando en el subsuelo con la lenta y silente proliferación de los corales.


Las naciones europeas llegan ahora a sus propios topes, y el topetazo será la nueva integración de Europa. Porque de eso se trata. No de laminar las naciones, sino de integrarlas, dejando al Occidente todo su rico relieve” (Epílogo para ingleses de La rebelión de las masas, 1937).
“Todo pueblo occidental al llegar a su plena integración en la hora de su preponderancia ha hecho la misma sorprendente y gigantesca experiencia: que los otros pueblos europeos eran también él o, dicho viceversa, que él pertenecía a la inmensa sociedad y unidad de destino que es Europa” (Prólogo al libro Las épocas de la historia alemana de Johanes Haller, 1941).



Si algo ha tenido que quedar claro tras leer las anteriores citas es que la sociedad internacional siempre ha jugado un importante papel en la vida de las naciones, tanto en el pasado como en el presente, y así seguirá siendo en el futuro. La cooperación entre las naciones europeas terminó cogiendo forma con la actual Unión Europea, pero el resultado y lo que promete ser en el futuro quizá no sea lo mejor para la soberanía y la libertad de los países (aunque quizá Ortega y Gasset sí hubiese visto con buenos ojos el actual proyecto de Unión Europea).

Y aunque el proyecto europeo de Jockey no será el que más se acerque a la idea de Europa que tengo como falangista, sí es cierto que dos de los tres enemigos de los que avisaba (liberalismo y sionismo) siguen existiendo y manejando el rumbo de los europeos. El futuro y la existencia de Europa, en resumen, pasarán porque los países europeos se quiten de encima a los usureros y especuladores, a la clase política profesional al servicio de los grandes capitales y a todos los grupos de presión que con su dinero influyen en las políticas aplicadas a los seres humanos que habitamos el continente europeo.