De Tratados filosóficos
El amor y la crueldad no son dos cosas opuestas: siempre se encuentran juntos en los caracteres más firmes y mejores.
Debemos desechar todo escrúpulo de conciencia en lo que se refiere a la verdad y el error, mientras se trate de la vida, para que luego podamos emplear la vida en servicio de la verdad y de la conciencia intelectual.
Esto es para desesperar: la historia nos enseña que ninguno de los grandes hombres ha triunfado sin un gran orgullo y una buena dosis de injusticia.
De Filosofía general
El placer de hacer daño, porque trae consigo un acrecentamiento del sentimiento de poder, sobre todo cuando precede una disminución de éste, es decir, en la venganza.
Sólo las almas ambiciosas y tensas saben lo que es arte y lo que es alegría.
Así, como somos, nos hacemos recalcitrantes ante un "tú debes". Nuestra moral debe decir "yo quiero".
La estimación de la autoridad aumenta en relación de la disminución de fuerzas creadoras.
Un hombre que se creyera absolutamente bueno sería espiritualmente un idiota.
Llamamos buena o mala a una cosa en relación con nosotros, no con la cosa misma.
El hombre es ante todo un animal que juzga.
La voluntad de dominio.
Para que el hombre pueda tenerse respeto a sí mismo es necesario que sea capaz también de ser malo.
De "Aurora"
Es necesario que el maestro ponga a sus discípulos en guardia contra él.
La virtud principal del trabajo es impedir los ocios de las naturalezas más vulgares.
De Humano, demasiado humano
Un alma delicada se siente molesta al saber que hay que darle las gracias; un alma grosera, al saber que tiene que darlas.
Es indefectible: cada maestro no tiene más que un alumno, y este alumno le llega a ser infiel, pues está predestinado a ser maestro también.
Las mujeres llegan a ser, por medio del amor, lo que son en la mente del hombre que las ama.
Se olvida la arrogancia cuando se está entre hombres de mérito; estar solo hace orgulloso. Los jóvenes son muy arrogantes, pues frecuentan sus semejantes, todos los cuales, no siendo nada, quieren pasar por mucho.
No sólo se ataca para hacer daño a alguien, para vencerle, sino a veces por el mero deseo de adquirir conciencia de la propia fuerza.
Pocas gentes habrá que, cuando se sientan perplejas en la elección de tema de conversación, no revelen los secretos más importantes de un amigo.
El cristianismo nació para dar al corazón alivio; pero luego necesita primeramente abrumar el corazón para poder en seguida consolarle.
Un escritor debería ser considerado como un malhechor que no merece, sino en casos rarísimos, el perdón o la gracia. Esto sería un remedio contra la invasión de libros.
La distinción que encontramos en el infortunio (como si fuera un signo de vulgaridad, de falta de ambición, sentirse feliz) es tan grande, que si decimos a una persona "¡Pero, qué feliz es usted!", por lo general protesta.
La ventaja de la mala memoria es que se disfruta varias veces de las mismas cosas por primera vez.
El que nos encontremos tan a gusto en plena naturaleza proviene de que ésta no tiene opinión sobre nosotros.