En este mundo de locura liberal.. todo lo que sea degradación.. decadencia..degeneración o envilecimiento en el hombre esta permitido y es fomentado...pero el verdadero pensamiento independiente que se salga de lo que dicta el sistema.. es severamente penado por todas las cortes del mundo...el "delito de opinión" es el peor crimen que se puede cometer en este mundo de pensamiento totalitario...Oder

lunes, 26 de octubre de 2015

Spengler dice..

La Aristocracia es, literalmente, el Poder de los Mejores. En un sistema productivo en el que los grupos mediocres y hostiles al trabajo pretenden ganar posiciones y convertirse en pensionados de la parte productiva de la sociedad, la Aristocracia se convierte en un régimen odiado a muerte. 

No se reconoce el derecho a ser persona de mérito. Es odiado quien consigue una fortuna pequeña o grande por su esfuerzo o habilidad: sólo se ve que posee más. 

Es odiado quien saca una plaza de funcionario tras una dura preparación: sólo se ven privilegios en su cargo. Es odiado quien sigue con raíces en su terruño, conservando la dignidad de su caserío: es un atraso y una afrenta a la sociedad urbana y cosmopolita. 

Es odiado, en fin, el obrero que trabaja duro cada día y que no sigue las consignas y los eslóganes de sus supuestos tuteladores, los obreros liberados y los funcionarios de la central sindical: es un esquirol, pues además anhela, con dejar de ser proletario, establecerse por su cuenta, mejorar de posición social. Para el obrerismo, la mejor condición del hombre es convertirse en obrero, "el héroe de nuestro tiempo", como decía Spengler. Quien desea cambiar de clase es un traidor.


El marxismo ha degenerado en obrerismo desde el principio, traicionando los propósitos de su fundador, que no era un obrero y que concibió muy vagamente el comunismo como una generalización del Principio del Trabajo "de cada uno según sus capacidades...", pero no una nivelación obrerista. En realidad, el absurdo despótico de Mao Tse-Tung de mandar a los médicos, a los abogados y a los profesores chinos a trabajar en los arrozales está más cerca del marxismo "cultural" o vulgar y del democratismo europeos, que del socialismo. 

Se trata de una nivelación absoluta, de un odio hacia la diferencia intelectual existente entre las personas. Una nostalgia de los tiempos salvajes. El socialismo, tal y como lo entiende Oswald Spengler, no consiste en una uniformización de todos los individuos, en un colectivismo absoluto. 

El socialismo consiste en erigir un Estado en forma de cuerpo orgánico. Se trata de un Estado total, que no totalitario, el cual habrá de agrupar a los distintos órganos productivos, profesionales, territoriales, y en el que cada uno de ellos velará por un estricto mantenimiento de su identidad, pero a la vez, por un sometimiento a lo superior. El socialismo no puede ser el mismo en cada pueblo, y el socialismo "prusiano" estaba llamado, a su entender, a cumplir una alta misión.

Citas de León Degrelle

Algunos de sus pensamientos para todo espíritu que lucha en la resistencia.

El honor ha perdido su sentido, el honor del juramento, el honor de servir, el honor de morir. Los que permanecen fieles a estos viejos ritos hacen sonreír a los demás. La virtud ha olvidado su dulce murmullo de manantial.

El denso aire cargado de todas las abdicaciones del espíritu.

Si amor, sin fe, el mundo se está asesinando a sí mismo.

La enfermedad no está en el cuerpo. El cuerpo está enfermo porque lo está el alma. Es el alma la que tiene que curarse y purificarse.
La salvación del mundo está en la voluntad de las almas que tiene fe.

Por eso, España mística, España de santa Teresa y de San Juan de la Cruz, de San Francisco Javier, de San Ignacio, por eso, creo yo en tu misión, en una misión junto a la cual tus pasajeras desgracias nada son; misión privilegiada entre todas: la de derramar en las almas en agonía la sangre de tu alma ardiente.

La vida solo vale algo si en el instante de entregarla no tenemos que sonrojarnos de ella.

El ideal hay que construirlo dentro mismo de nuestro vivir.
El ideal vivirá en la medida en que nosotros nos entreguemos a él hasta morir.

La madre ahora y siempre dará al corazón de sus hijos lo que es alma y carne de ella. El alma de sus hijos solo será lo que ha sido el alma de ella.

La madre no podría soportar la mirada de su hijo si no fuera tan clara como la suya.

A medida que avanzamos entre sonrisas hipócritas, entre miradas llenas de codicia o de deshonestidad, entre menos interesadas, más nos decepciona la mediocridad de la existencia.

El paraíso desciende al corazón de los niños cuando lo lleva en su alma la madre…

No hay, en verdad, ningún corazón que no esté manchado de villanías, de cálculos sórdidos, de faltas inconfesables, de todo eso que deja en la mirada resplandores equívocos.
Incluso los corazones purificados, de vuelta de las aguas turbias, conservan, para siempre, un regusto amargo de imperfección y de cenizas.

Cuanto más avanzamos por la vida, más se ahondan en nuestro corazón las huellas del dolor, imperceptibles para los que no nos conocían, pero desgarradoras porque están hechas de cosas delicadas que se deshicieron, como seda sutil de un tejido que se desgarra.

La bajeza está en el pensamiento antes que el barro lo advierta.
La virtud no es revelación repentina si no una conquista lenta, dura y difícil.
A cada uno de nosotros nos ha sido dada una voluntad para servirnos de ella.
El espíritu antes que el cuerpo es el que gana o el que capitula.

Son muchos los hombres viles, pero junto a ellos, junto a esos cuya bajeza es una blasfemia de vida, existen otros: todos aquellos, los que vemos y los que no vemos, que no son así y que, por no serlo, salvan al mundo y al honor de vivir.

Feliz es aquel que no es esclavo del azar y que sabe gozar del placer de fuera y, también, renunciar a él.

Mientras suframos por estas privaciones, mientras suframos comparando nuestra suerte material con la de los demás, no seremos ni felices ni libres.
No ser feliz es dudar de nuestro cuerpo, del calor de nuestra sangre, del fuego devorador del corazón, de la claridad del espíritu que inunda nuestro ser.
La desgracia misma nos trae la alegría dolorosa del alma que se entrega sangrando, que sopesa su sacrificio y desmenuza y analiza su amargura.

¡Alegría cruel, pero alegría de jerarquía excelsa, de la que solo es capaz el hombre que, con el corazón desgarrado, todo lo comprende!

El hombre se siente en ese momento superior a todo, dueño de este universo monstruoso y desmesurado en el que, son los cerebros, no más grandes que una fruta o que un pájaro, los que imponen el orden y la armonía.

El aburrimiento es la enfermedad de las almas y de los cerebros vacíos.

La paciencia es la primera victoria, la victoria sobre sí mismo, la victoria sobre nuestra susceptibilidad.

Mientras que no la adquiramos, la vida no es sino un torrente de capitulaciones.

Capitulaciones, sin duda, estrepitosa, disfrazadas por gritos de falsa autoridad, que solo representan, en verdad, la abdicación ante el orgullo.

Tener paciencia es saber guardar nuestra hora con el dedo crispado sobre el gatillo, alerta, como vigilándola presa.

Tener paciencia es construir cada acto de cada día con orden y equilibrio, que son el andamiaje que sostiene la vida en pie.

La paciencia nos da la alegría de saber mantenernos sin ceder.
La impaciencia deja en el corazón el reproche de haberse dejado llevar por el impulso y de haber creado, en torno nuestro, una vacua y nefasta agitación.

Obedecer es un deber, pues el bien común depende de la conjunción disciplinada de todas las energías.

La sociedad humana es un gran complejo sensible, que la anarquía convierte en estéril o peligroso, mientras que el orden y la armonía dan posibilidades ilimitadas.

La obediencia es la forma más elevada del uso de la libertad.

Es una manifestación constante de autoridad: autoridad sobre sí mismo que es la más difícil de todas.

La compañía, en el fondo, solo es agitación, ruido, perturbación en torno a la propia soledad.

Buscar sin cesar lo que llamamos animación es miedo a encontrarse frente a s mismo. ¿Cómo hemos podido confundir la alegría con la inmersión permanente en la baraúnda tumultuosa?

¿Por qué nos sumergimos en los demás para ser felices?

La soledad es para el alma la magnífica ocasión de conocerse, de vigilarse, de formarse a sí misma.

Solo los cerebros vacíos, o los corazones inconstantes, tiene miedo de quedar en silencio frente a sí mismos.

Los sentimientos elevados pueden vivir solos, sin presencia física: más aun, el aislamiento los purifica y los engrandece.

Es duro, si, tener la energía suficiente para dilatar nuestros campos secretos ¡para amar intensamente, es decir, para darse en el silencio!

Mientras no nos desprendamos, un día, de todo lo externo y no seamos capaces de vivir solos, es decir, en compañía de lo más real lo que nada turba, no pisaremos el umbral de la felicidad.

En lugar de quejarnos de la soledad, bendigámosla, aprovechemos la posibilidad inesperada que nos da para examinarnos en silencio, para dominarnos lucidamente y totalmente, hasta en nuestros más contradictorios pensamientos.

La grandeza verdadera está en la nobleza del alma, que se da y se gasta, anhelante de darse, en cada uno de nuestros deberes, sobre todo en los que están limpios de vanidad.

¡Cuánta gente, colmada de todo, se queja de continuo, lo encuentra todo mal y no acierta a gozar nunca de nada!
Debemos mirar siempre hacia los que tienen menos que nosotros y contentarnos, y gozar de lo que poseemos sin alimentar nuestro espíritu de quimeras.

La vida es siempre bella si sabemos mirarla con ojos apacibles, con luz de un alma en paz.

No hay más remedio que alimentar el espíritu, para no dejarse caer en el embrutecimiento, en la suciedad, en la mediocridad.

Hay una cultura, un equilibrio del espíritu, una madurez cálida del pensamiento que solo pueden ser el resultado de la larga disciplina, de las facultades superiores, aplicadas, con fervor y con método, al estudio de la obra desnuda de la humana inteligencia.

Solo el estudio desinteresado de las civilizaciones antiguas, que son manantial de las ideas y de los sistemas; el estudio de la filosofía; el estudio de las matemáticas y el estudio comparado de la historia, solo ellos pueden darnos la plena armonía del espíritu.
Amamos nuestra miseria, porque nos eleva y nos prepara para los altos destinos que reclaman corazones fuertes y puros.

lunes, 19 de octubre de 2015

Ellos opinan..



Cada cultura tiene un alma única, así mismo cada nación o pueblo dentro de esa cultura tiene su propia interpretación particular del espíritu general. Desarrollar ese modo de vida, despertar las potencialidades de su determinado grupo cultural, sería la misión histórica de cada pueblo. Según este mismo razonamiento, todo esfuerzo que se hiciera para organizar una sociedad en oposición al espíritu nacional obtendría naturalmente resultados negativos.


Hitler, Mi Lucha.

En oposición a ese parlamentarismo democrático está la genuina democracia germánica de la libre elección del Führer, quien se obliga a asumir toda la responsabilidad de sus actos. Una democracia tal no supone el voto de la mayoría para resolver cada cuestión en particular, sino llanamente la voluntad de uno solo, dispuesto a responder de sus decisiones con su propia vida y hacienda.


El socialismo nacional que practica el actual régimen en Alemania, revela, en hechos tangibles, la acción del Estado a favor de las clases desvalidas; es un socialismo realista y humano, fundado en la moral del trabajo, que nada tiene en común con la vocinglería del marxismo internacional que explota en el mundo la miseria de las masas.


Alfred Rosenberg


Alfred Rosenberg, quien fuera uno de los "ideólogos" del Partido Nacionalsocialista, describía el Nacionalsocialismo en uno de sus escritos de la siguiente manera:


¿Nacional-socialismo o socialismo-nacional?. Si se emplea el concepto socialismo nacional en lugar de nacional-socialismo, podría fácilmente expresarse la idea de que el socialismo es la idea principal, mientras que lo nacional no sería más que un adjetivo que califica de una cierta manera al concepto más importante. Y en realidad es más bien lo contrario: lo eterno, lo que nosotros quisiéramos mantener a través de sus formas cambiantes es el pueblo. Desde este punto de vista, el socialismo, depurado del marxismo, aparece como un medio político al servicio del individuo y de la comunidad para proteger la unidad del pueblo de los apetitos particulares desenfrenados.


Joseph Goebbels 


El socialismo no es solamente un asunto que le atañe a la clase oprimida; es más que esto, es el tema de todos aquellos para quienes la liberación del pueblo alemán de su esclavitud constituye el sentido y la finalidad de toda política de hoy. Sin el nacionalismo el socialismo no es nada, un fantasma, una teoría fraguada, un espectro, un libro. ¡Con él es todo, el porvenir, la libertad, la patria!.


Éste fue el pecado de la burguesía liberal: no haber visto en el socialismo una fuerza creadora del Estado. El pecado del marxismo fue el de rebajar el socialismo al nivel de una doctrina del salario y del vientre, y manejarla para hacer de ella una enemiga del Estado y de la existencia nacional.

La democracia parlamentaria es un veneno..

El gobierno del Reich, temiendo que se suscitara en el país el tipo de terror rojo que imperaba por entonces en Rusia, y para detener la anarquía, aprobó el reclutamiento de bandas fuertemente armadas, formadas por una mezcla de veteranos de guerra y hombres más jóvenes, grupos que serían conocidos como los "cuerpos libres" o freikorps. Esos grupos se encargaron de aplastar las rebeliones, tanto en Berlín como en Múnich.

Cada cultura tiene un alma única, así mismo cada nación o pueblo dentro de esa cultura tiene su propia interpretación particular del espíritu general. Desarrollar ese modo de vida, despertar las potencialidades de su determinado grupo cultural, sería la misión histórica de cada pueblo. Según este mismo razonamiento, todo esfuerzo que se hiciera para organizar una sociedad en oposición al espíritu nacional obtendría naturalmente resultados negativos.

En Prusianismo y Socialismo se afirmaba que el marxismo había tergiversado el verdadero sentido del socialismo convirtiéndolo en una teoría económica, en una doctrina del dinero y del estómago. El verdadero socialismo consistía en que cada ciudadano antepusiera su deber para con el Estado a sus intereses individuales, que los gobernantes guiaran a este pueblo obediente con mano firme y le indicasen el mejor camino, siempre pensando en la prosperidad y el fortalecimiento del Estado. 

En este último sentido, el único pueblo capaz de engendrar verdaderos socialistas era el pueblo alemán, que había entendido e internalizado el estilo de vida prusiano. Cualquier intento por establecer un tipo de gobierno distinto a este socialismo prusiano, como lo era la democracia parlamentaria que estaba iniciándose en Weimar, sería una especie de traición. Significaría imponer a los alemanes un sistema de gobierno que era exitoso en Inglaterra, porque expresaba el crudo individualismo del espíritu inglés, pero que por esa misma razón estaría fuera de lugar en Alemania. 

La democracia parlamentaria y constitucional sería un veneno para la nación, y sus patrocinadores representaban una invasión en el cuerpo político de la nación.

Para encontrar las bases de una sociedad alemana correctamente organizada se debería volver la vista al pasado, a los tiempos de Federico Guillermo, el padre de Federico el Grande y fundador de la tradición prusiana basada en la disciplina burocrática y militar.

En la misma tradición se ubicaría la gran máxima familiar de Federico el Grande:
"Yo soy el primer sirviente del Estado". 

Bismarck también siguió este principio de jerarquía y disciplina cuando fundamentó el Reich Alemán en la fuerza militar. Visto en la perspectiva de un "socialismo prusiano", la subsecuente política bismarckiana de legislación social no era una contradicción sino más bien un complemento lógico a la tradición conservadora. Los fundadores de las grandes industrias alemanas también hicieron una contribución esencial, aunque en una forma distinta.

El verdadero socialismo, el socialismo alemán, no significa nacionalización mediante la expropiación o el robo, afirmaba Spengler:


"En general, no es una cuestión de posesión nominal sino de técnica en la administración. Comprar empresas sin moderación y sin propósito en nombre de una consigna y ponerlas bajo la administración pública en lugar de la iniciativa y responsabilidad de sus propietarios, quienes perderán eventualmente cualquier capacidad de supervisión, todo eso significa la destrucción del socialismo. La vieja idea prusiana era poner bajo control legislativo la estructura formal de toda la fuerza productiva nacional, preservando al mismo tiempo cuidadosamente el derecho de propiedad y herencia, y dejando espacio para el tipo de empresa personal, talento, energía e intelecto desplegado por un hábil jugador de ajedrez, que juega dentro de las reglas y disfrutando ese tipo de libertad que el mismo dominio de las normas permite. Socialización significa la lenta transformación del trabajador en un funcionario económico y del empleador en un responsable supervisor oficial"

sábado, 17 de octubre de 2015

La Europa acomplejada

De la misma manera, esta Europa llena de mezquitas y de frenéticos bailes negroides, ya no es la Europa del gótico, ni la de Bach, Mozart o Beethoven. La cultura del nativo, que hasta ayer se vio como Cultura Superior, es hoy cultura del civilizado europeo cansado, dispuesto a pagar mercenarios para defenderse y para que le traigan el pan a casa. 

El cansado nativo de Europa ya le da la espalda a Cervantes o a Shakespeare. Siente vergüenza de Wagner o de Leibniz. Rechaza a Homero o a Lord Byron. Se arranca de la piel su ser y su esencia, y quisiera ser "otro", en un proceso de alienación y masoquismo interminable. 

Todas las glorias de la cultura de Occidente se arrojan al vertedero de los trastos viejos, e incluso se destruyen conscientemente en el medio educativo por temor a la ofensa de ese "otro" al que se dice hipócritamente respetar. En los mismos centros educativos españoles de los que está despareciendo el griego y el latín, se introduce gradualmente el árabe. Allí donde se condena inquisitorialmente a Nietzsche o a Wagner, se practica el tatuaje y la danza del vientre.

El Socialismo de Spengler

El nacionalismo de los racionalistas y románticos es obra de un grupo reducido de intelectuales. 

Las naciones son pueblos culturales, hunden sus raíces en los tiempos oscuros de la Edad Media, en Europa las naciones adquieren forma en el medievo por medio de las grandes dinastías.

La nación verdadera brota del Pueblo y fue moldeada por sus nobles y príncipes y ante todo. Muchos nacionalismos, muchos ideales soberanistas son hoy un simple resultado de razonamientos y de discursos artificiosos. El Democratismo propaga la idea de derecho a decidir. Basta con que un colectivo de personas, abstractamente separado de los demás por criterios a menudo peregrinos, decida en votación subitánea constituírse en Nación para acceder a un Estado.

La Decadencia se inicia con la contraposición entre fines distintos, que llegan a hacerse incompatibles entre sí. Toda la teoria marxista de la Lucha de Clases podría releerse como teoría de la decadencia de una civilización. El desenvolvimiento del Capitalismo es también el nacimiento de unos ideales fantásticos las clases internacionalistas que se olvidan del Estado, lo liquidan, lo manejan a su antojo, como instrumento para ahogar y vencer a la clase enemiga, como medio de explotación, como aparato de represión, o como ídolo al que derribar.

Los liberales y los socialistas parten de la doctrina del Estado civil como mal menor, como instrumento a duras penas soportable y tolerado siempre que pueda ser prostituído con algún concreto fin: la fraternidad universal, el perfecto mercado autorregulado o lo que sea. Socialismo, comunismo y liberalismo son ideologías que encuentran una contradicción en el Estado.

El Estado del Pueblo persigue siempre, hacia el interior, una Economía Productiva, que lo haga sólido, fuerte y capaz de una Acción Exterior: asegurarse un espacio entre enemigos. 

Por el contrario, el Estado Plutocrático fomenta las tendencias anarquizantes en la medida en que el afán particularista de ganancia sea satisfecho, y para ello la manipulación de las grandes masas urbanas, proletarias y sub-proletarias, se hace esencial. 

No importa nada que los funcionarios, los pequeños productores, los campesinos, etc., sean los que realmente sostengan la estructura gigante: al Estado plutocrático le conviene difuminar la realidad de que son éstos sectores los que realmente hacen que se paguen las cuentas que los especuladores financieros no quieren, por principio, pagar.



El complemento necesario de los saqueadores de las finanzas que se han adueñado del Estado, hasta el punto de arrebatarle toda soberanía, es el endiosamiento de un supuesto proletariado sindicalizado y mimado por mil y una ventajas, entre las que se cuentan los liberados sindicales, la invención de puestos de trabajo ad hoc, subvenciones y prebendas no basadas en el mérito sino en la fidelidad partidista o sindical, etc. En realidad el contingente de trabajadores reales que viven al margen de ese clientelismo partidista o sindical no conoce ninguna de estas ventajas del proletariado ficticio. 

Viven en condiciones de explotación que nadie cacarea públicamente y apenas se reconocen en la forma de vida y pensamiento de aquellos que dicen ser sus defensores. En realidad, los más ardientes defensores de los valores "progresistas"  son irreconocibles en Europa, no son obreros en sentido estricto: son hijos de la clase media, profesionales liberales, "intelectuales", productos de la gran ciudad desarraigada que buscan en el trabajador un molde en el que llenar en realidad sus tendencias anarquizantes. 

En ningún momento desearían organizar un Estado fuerte, militarizado, compacto, como en su día lo pretendío la URSS. El Estado en manos de plutócratas fomenta sus tendencias anarquizantes, pues así no hay apenas un Pueblo que presente resistencia a su saqueo constante, a su explotación.

viernes, 16 de octubre de 2015

El prusianismo de Spengler..

Spengler es ante todo un escritor, es el pensador, el politólogo, el moralista, aquí reside para muchos toda la vigencia de su palabra.

La obra de Spengler puede ser criticada por su tipo de dialéctica típicamente germánica, su visión de la Historia, sus críticas a la democracia, su fijación excesiva con los grandes hombres, ! pero eso da igual ¡

Spengler comparaba el viejo estilo prusiano con el viejo estilo español, que forjó un pueblo en el combate caballeresco. Porque, conviene insistir, para Spengler la idea prusiana no se identifica con una tierra concreta, sino con una actitud ante la vida.


Lo específico de Prusia es que, históricamente, fue en ese territorio donde se plasmó de forma más acabada una simbiosis entre aristocracia y modernidad: el acceso a ésta última no se hizo por la vía clásica del aburguesamiento de las clases aristocráticas, sino que éstas permanecieron enraizadas entre las clases populares y el medio rural, definidas no por un estatus de privilegio, sino por un sentido de servicio. Prusia, en cierto modo, escapó al modelo de la sociedad burguesa.


El prusianismo de Spengler tiene, no cabe dudarlo, una dimensión política. La idea prusiana dice el autor alemán, se endereza tanto contra el liberalismo financiero como contra el socialismo obrero. Todo orden de masa y de mayoría le es sospechoso. Apunta ante todo contra la debilitación del Estado y contra el abuso del mismo en favor de intereses económicos. 


Prusiana es, para Spengler, la primacía incondicional de la política exterior de la dirección afortunada del Estado en un mundo de Estados sobre la política interior, cuya única función es mantener en forma a la nación para aquella tarea y se convierte en abuso y en delito cuando persigue, independientemente, fines ideológicos propios.

Una actitud ética hecha de conciencia del deber, de impersonalidad activa y de sentido del honor. El estilo prusiano es el ideal estoico, las virtudes romanas clásicas: la claridad, la frialdad de juicio, la objetividad, la renuncia a todo entusiasmo romántico e irracional, la autodisciplina, la austeridad. 

Paradójicamente se trata de una sublimación del individualismo: una renuncia libre por la que un Yo fuerte se inclina ante un gran deber y una gran tarea. Es un acto de auto-gobierno. Frente a la atomización social de la civilización, lo que Spengler nos propone es una reconstrucción del vínculo social. Frente al individualismo egoísta, la recuperación de un horizonte de sentido compartido. Frente al narcisismo estéril, la alegría del servicio a los demás. Perderse uno mismo para hallarse uno mismo. 

Un mensaje más revulsivo que nunca, en esta época de desconcierto y de baratillo de manuales de autoayuda. Más allá de los ídolos de la modernidad, el ideal aristocrático europeo de todos los tiempos. Prusianismo, he ahí la respuesta de Spengler a la decadencia.

Spengler anuncia la decadencia, pero eso no hace de él un pesimista... ni un optimista. Un diagnóstico no es, normalmente, ni una cosa ni la otra. Pero además, habría que revisar los conceptos. Probablemente haya pocas cosas más auténticamente deprimentes que ese pensar positivo superficial y forzado, ese optimismo bobalicón hecho de evasión y de sonrisa tonta, que parece querer imponérsenos a todas horas del día. Si lo que queremos es otra cosa, Spengler ofrece una fórmula para los espíritus fuertes. 

En primer lugar, si es cierto que existe un determinismo global que pesa sobre nuestra cultura, la última palabra todavía no está dicha: el ciclo de Occidente aún no está agotado, y puede haber sorpresas. Pero además, es que determinismo global no equivale a determinismo individual. En uno de sus aforismos Spengler señalaba:
 Cuando un ser humano tiene una gran tarea que cumplir, ninguna desgracia puede alcanzarle mientras no haya cumplido aquello a lo que estaba destinado.



Y en otro lugar afirmaba: 

El pesimismo es la incapacidad de percibir nuevas tareas. ¡Y yo veo tantas, y todavía por cumplir, que temo que nos falten el tiempo y los hombres para ello!

Poner un objetivo entre uno y la muerte; o, como decía Ortega, el valor supremo de la vida consiste en perderla a tiempo y con gracia. Es la vieja divisa hanseática: Navegar es necesario, vivir no. La garantía de éxito no es condición necesaria para emprender la lucha. Y cada hombre siempre tiene la opción de permanecer fiel a la idea que se ha hecho de sí mismo, sea cual fuere el resultado final. Amor fati. Ahí está la única victoria inalienable. Una ética heroica.

sábado, 10 de octubre de 2015

Geirr Tveitt



En Noruega, tal y como ocurrió en casi toda Europa, la izquierda en la política y los modernistas en el arte, vieron en la desnazificación una oportunidad de oro para acabar con los opositores ideológicos. Tveitt fue atacado por ambos grupos; el resultado fue devastador para su reputación, y contribuyó significativamente a convertirle en una persona non-grata en el panorama musical de la posguerra.

En aquellos días de la desnazificación y caza de brujas en los que Tveitt fue perseguido no tardaron en aparecer las dificultades económicas. Tveitt buscó refugio en la granja familiar en Kvam, pero aun le quedaba por sufrir otro duro golpe: en 1970, cuando la mayoría de sus obras se perdieron en el incendio de su granja, el otrora exitoso compositor se vio condenado al ostracismo, con serios problemas económicos y con tres cuartas partes de su obra perdida para siempre entre las llamas. La desesperanza entonces le llevó a desarrollar un problema con la bebida que le acompañaría hasta el final de su vida y ayudaría a que le resultaba cada vez más difícil de componer.


Geirr Tveitt falleció el 1 de febrero de 1981. Buena parte de su obra se perdió para siempre, pero no su memoria, que pervive en todos aquellos que seguimos admirándole.


Geirr Tveitt, fue un compositor y pianista noruego nacido el 19 de octubre de 1908. Tveitt fue una de las figuras centrales en la vida cultural del movimiento nacionalista noruega durante la década de 1930.

Tveitt nació en Bergen, en la costa oeste de Noruega, donde trabajaban sus padres, pero cada verano la familia regresaba al la granja familiar en Kvam; de este modo Tveitt pudo disfrutar de la vida urbana compaginada con una existencia rural que le marcaría profundamente, pues durante los veranos de su infancia en Hardanger es donde entra en contacto con la rica música folklórica y las tradiciones de la zona, que serían la semilla de su creciente interés por la herencia cultural noruega más tradicional que caracterizaría su pensamiento y, desde luego, su obra como compositor.

viernes, 9 de octubre de 2015

Igualdad: El Más Peligroso Mito del Hombre

Por William Pierce, 1979

Toda las diferencias raciales son  genéticas o culturales. Estas últimas pueden ser cambiadas o eliminadas mediante cambios sociales forzados, las primeras son independientes de las leyes y costumbres del hombre, excepto por un período de muchas generaciones.

Ejemplos de los rasgos culturales que difieren de raza a raza son los manierismos del discurso, las formas de vestir y el aseo personal. Si Blancos y Negros son obligados a vivir juntos desde el nacimiento, a asistir a las mismas escuelas y son expuestos a exactamente las mismas influencias culturales, ellos crecerán hablando y vistiéndose casi de la misma manera. 


Incluso los Negros que han crecido en las áreas tribales de África, quienes por regla general deforman sus lóbulos de las orejas o sus labios con enormes tacos de madera o cubren su cabello con estiércol líquido de vaca como un medio de atraer a Negros del sexo opuesto, pueden ser entrenados para adoptar las normas de los Blancos en cuanto a limpieza y aseo personal.


El hecho es, sin embargo, que las diferencias raciales más importantes son genéticas más bien que culturales. El color de piel y de ojos, los rasgos faciales, la forma del cráneo, las proporciones esqueléticas, los patrones de deposito de la grasa corporal, el tamaño de los dientes, la forma de la mandíbula, la forma del pecho femenino, el olor y la textura del cabello, son sólo las más visibles características físicas genéticamente determinadas que se diferencian racialmente.

Sólo el tonto o el hacedor de maldades pueden afirmar que la misma alma habita en el pecho del Negro, del Blanco y del judío. El cuerpo y el alma son interdependientes, y el rostro muy a menudo revela la esencia de la naturaleza interior. Cada hombre instintivamente sabe esto, pero la falsa propaganda de la igualdad racial ha confundido y engañado a muchos.


Las diferencias raciales, en otras palabras, van mucho más allá que la intensidad de la piel; ellas impregnan al individuo y se manifiestan en prácticamente cada célula de su cuerpo. Ellas son el producto de millones de años de un desarrollo evolutivo separado que ha adaptado a las diferentes razas, con precisión considerable, a las diferentes demandas medioambientales.


Cuando entendemos la naturaleza omnipresente de las diferencias raciales genéticas, podemos ver que las diferencias raciales culturales no son tan superficiales como algunos harían que creyéramos. Lejos de enmascarar cualquier "igualdad" fundamental o de exagerar disimilitudes raciales, ellas simplemente manifiestan las diferencias genéticas de las cuales ellas son, de hecho, expresiones.

miércoles, 7 de octubre de 2015

El pensamiento conservador revolucionario

El pensamiento conservador revolucionario es útil en primer lugar para nuestros intelectuales, refiriéndome a aquellos que se dedican a estudiar y analizar la filosofía y las ideas en profundidad, y utilizan esto para enfrentarse a los intelectuales liberales y de Izquierda y también para llevar nuestras ideas esenciales a la gente común. 

Es de esta forma que los conceptos de la Revolución Conservadora pueden servirnos para combatir al liberalismo; como una herramienta para enfrentarlo de forma más eficiente a nivel intelectual y académico.

Los filósofos de la Revolución Conservadora alemana tuvieron un importante rol en el avance del pensamiento de Derecha en el siglo XX, y sus ideas influyeron a muchos pensadores después de ellos, incluyendo aquellos de la Nueva Derecha. Hay una gran diversidad de ideas entre los conservadores revolucionarios y sus trabajos abarcan una gran serie de tópicos, incluyendo la naturaleza de las culturas y los pueblos, formas de entender sistemas políticos (como la democracia, la monarquía, el fascismo, etc), planes económicos de Tercera Posición como el corporativismo y el socialismo nacionalista, la filosofía de la vida, y así.

Hay muchas similitudes entre los conservadores revolucionarios que nos permiten clasificarlos como tales, pero los desacuerdos radicales que tienen a veces es precisamente lo que permite al observador enriquecer y expandir su propia manera de pensar y, por lo tanto, también le permite confrontar mejor a los oponentes. Para beneficiarse verdaderamente de la Revolución Conservadora no es suficiente sólo leer las ideas de, por ejemplo, Arthur Moeller van den Bruck, sino que uno debe también considerar las ideas de Carl Schmitt, Edgard Julius Jung, Ludwig Klages, Hans Freyer, etc.

Sabemos que algunos representantes de la Revolución Conservadora eran también lo que llamamos “tradicionalistas radicales”, incluyendo a Othmar Spann y Edgar Jung, ambos comparables con Julius Evola. Tales pensadores son claramente útiles para el desarrollo de la filosofía de la Nueva Derecha, pero deben ser vistos de forma crítica porque hay mucho de su pensamiento con el que no se puede estar de acuerdo. Por ejemplo, tienen muchas visiones culturales reaccionarias y también rechazan la democracia en favor de sistemas monárquicos y aristocráticos pasados de moda. Sin embargo, sabemos que tales posiciones ya han sido adecuadamente criticadas desde una perspectiva de Derecha por intelectuales de la Nueva Derecha tales como Alain de Benoist y Guillaume Faye.

domingo, 4 de octubre de 2015

Todo cambio es antropológico



Todo cambio es antropológico, lo demás es una pérdida de tiempo.

Todo cambio es primero antropológico, vale decir: un cambio en el hombre. Las conductas, regidas por actitudes y valoraciones, se visten de religión, de ideología, pero responden a lo que el hombre es en su trama profunda de intereses. Occidente también es eso, un código de conducta asimilado durante miles de años.


Una asimilación de dogmas, de conceptos, de conductas que responden a esos dogmas y conceptos. Lo que se nombra hoy con desprecio, las palabras que se utilizan para nombrar el mal son códigos que disparan conductas que el hombre antiguo, es algo anterior al hombre evolucionado que el pagano es un primitivo.


Esto pese a que el hombre antiguo comprendía el universo de un modo mucho más amplio, y pese a que el cristianismo haya quemado todo el conocimiento y la comprensión humana anterior a él.

Nietzsche: el más incomprendido de todos. La sociedad occidental no acepta lo evidente. Milenios de dogmas, conceptos y estructuras la han convertido en lo que es hoy. El salto propuesto por Nietzsche es demasiado alto. Cuando decimos que Occidente debe caer, no invocamos la destrucción y la muerte aunque ronden y se manifiesten sino la desaparición de un tipo de hombre. Oriente nos lleva en eso mucha ventaja: ellos al menos saben que existe el dolor. El hombre sin tal consciencia no es un hombre. Además señores, el hombre blanco ha sido “Oriente” por milenios, ya que no existía Occidente ni la llamada filosofía Occidental.

Cuando Schopenhauer, Nietzsche y Heidegger vuelven a las fuentes, no hacen más que volver a nuestra patria de origen.

Occidente moderno y decadente

La familia, el matrimonio, el Estado, las Fuerzas Armadas, el trabajo, la Nación y la raza, han sido vaciados de su contenido original, corrompidos y convertidos en funcionales al Sistema, o bien, derechamente negados en su existencia misma.


El Sistema no nos quiere empáticos con el resto, por eso nos ofrece una sociedad y modelo económico que premia el individualismo y mucho menos quiere que dicha empatía alcance magnitud de masas.

En el Occidente moderno y decadente, el Marxismo cultural, mediante un lento pero efectivo proceso de deconstruccion que en términos simplificados, consiste en desarmar algo y reordenar sus piezas de otra manera para crear algo nuevo, ha socavado los fundamentos de las instituciones naturales y civiles que históricamente permitieron la sana expresión de la naturaleza comunitaria del ser humano. 

Así, la familia, el matrimonio, el Estado, las Fuerzas Armadas, el trabajo, la Nación y la raza, han sido vaciados de su contenido original, corrompidos y convertidos en funcionales al Sistema, o bien, derechamente negados en su existencia misma.

De la Resistencia a la Reconquista

¿Cómo actuar?, ésta es siempre la pregunta clave, debemos formar una red europea de resistencia, solidaridad y acción en torno a un programa ideológico común, es nuestra única oportunidad en esta época de oscuridad, en los siguientes diez a quince años es probable que haya una crisis mayúscula, la cual tomará la forma de un conflicto étnico de gran magnitud, probablemente basado en empobrecimiento económico, esto podría cambiar la mentalidad de las masas, que actualmente están alimentadas a la fuerza por nuestros judaizados medios de manipulación masiva.


Primeramente, es importante unificar, a una escala Europea, todas las fuerzas identitarias de resistencia alrededor de una doctrina y un programa revolucionario básico.
Los tres pilares de una ideología y proyecto de unidad europea son: 

Despertar una conciencia étnica que nos haga defender nuestra herencia biológica común, nuestra raza, la prioridad principal. 

La regeneración de los valores ancestrales, cuyo olvido es la principal causa de las tragedias de hoy.

La afirmación creativa de una doctrina europea totalmente incluyente y revolucionaria.

El enemigo principal y común es la colonización foránea y la ocupación obviamente, uno puede compartir ciertos valores en común con el enemigo, pero uno no debería caer en la trampa de sentir alguna simpatía por él, el enemigo, por otro lado, se beneficia de los colaboracionistas, de aquellos buenos etnomasoquistas europeos que son los más peligrosos para nosotros, en cuanto al adversario común que busca debilitarnos y dominarnos, es la judería organizada, el aliado ideológico de los anteriores.

También debemos dejar de pensar que el sistema es invencible, es fuerte solamente por nuestra actual debilidad y desorganización, es necesario abandonar este culto psicopático de la derrota, los únicos que no triunfan son aquellos trágicos pesimistas

Comencemos, entonces, construyendo nuestra red con paciencia, determinación y profesionalismo, y alejemos de nuestras filas a los incompetentes, a los mediocres, a los exaltados y a los lunáticos. debemos unirnos en torno a una doctrina clara y común, debe sobre todo constituir una élite rigurosa..¡ de la Resistencia a la Reconquista ¡ !de la Reconquista a la Revolución ¡.

Lo igual no existe




Existe un Dogma que es prácticamente aceptado universalmente de que la igualdad es un bien moral, pero la igualdad necesita de la eliminación de la diferencia, y la calidad está creada a través de la diferencia.

Aunque habría que interpretar que la naturaleza da valor cualitativa y cuantitativa a eso que los buenistas y demás estúpidos llaman igualdad, el valor cualitativo existe cuando algo es especial, cuando es diferente porque tiene cualidades especiales o únicas, el valor cuantitativo existe cuando algo es superior, porque es de una calidad superior.

No es necesario mencionar que los valores cualitativos y cuantitativos no son necesariamente intercambiables, sino que ambos son maneras de valorar, porque ambos son formas de diferenciar, y en ambos casos estamos hablando de desigualdad.

Podemos concluir, entonces, que vivir en igualdad es una vida sin significado, y por tanto, una vida sin valor para la persona que la vive. Probablemente, una vida que es intercambiable con cualquier otra vida no tiene valor si el costo de reemplazarla es cero, es decir, la igualdad, reduce proporcionalmente el valor.

Esto también puede ser la razón de por qué los humanos buscan agregar valor a sus vidas a través de estrategias de diferenciación porque hay valor también en pertenecer a un grupo que es considerado superior o especial en alguna forma.

¿Hay alguna justificación, entonces, para considerar a la igualdad como un bien moral absoluto, que valga la pena perseguirlo por todos lados porque sí?, pues parece que no, debido a que la igualdad destruye todo lo que hace que la vida merezca ser vivida.

Puede decirse que las políticas de igualdad han traído beneficios a una gran mayoría, haciendo a las sociedades occidentales muy atractivas para la gente que vive o busca vivir en ellas. Sin embargo, la búsqueda de políticas de igualdad es una de las características que han hecho a las sociedades occidentales distintas a la de las contrapartes no-occidentales, por lo que el valor de lo anterior yace en su desigualdad respecto de las sociedades no-occidentales.

Más aún: aquéllos que buscan políticas de igualdad lo hacen por razones no igualitarias: sentirse moralmente superiores, ser vistos como moralmente superiores o, lo que es lo mismo que lo último, eliminar barreras para un continuo incremento en el poder económico. Esto no es, por tanto, la igualdad que generalmente se busca, sino una forma de superioridad, ya sea moral o económica.

La igualdad es el anatema de la buena vida, y sólo puede ser considerada como un mal. Por lo tanto, atacar la igualdad en todas sus formas es moralmente correcto, y cualquiera que busque crear un futuro con más sentido debería hacerlo abierta, orgullosamente, con vigor y con rabia.

Las razones para una Muerte Voluntaria.





Fuente: Enlace original: http://www.ndf.fr/poing-de-vue/21-05-2013/exclusif-les-raisons-dune-mort-volontaire-par-dominique-venner?fb_source=pubv
El siguiente texto corresponde a la nota suicida de Dominique Venner.

Estoy saludable en cuerpo y mente, y lleno de amor por mi esposa e hijos. Amo la vida y no espero nada más allá, sino perpetuar mi raza e ideas. Sin embargo, en el ocaso de mi vida, encarando enormes peligros a mi patria europea, siento el deber de actuar mientras aún tengo fuerzas. Creo que es necesario sacrificarme para romper con el letargo que nos azota. Daré lo que me queda de vida para protestar. Elegí un lugar altamente simbólico, la Catedral de Nuestra Señora de París, la cual respeto y admiro: ella fue construida por el genio de mis ancestros en el sitio de cultos aún más antiguos, recordando nuestros orígenes inmemoriales.

Mientras muchos hombres son esclavos de sus vidas, mi gesto personifica una ética de voluntad. Me entrego a la muerte para despertar conciencias dormidas. Me rebelo contra el destino. Protesto contra los venenos del alma y los deseos de individuos invasores de destruir las anclas de nuestra identidad, incluyendo la familia, la base íntima de nuestra milenaria civilización. Mientras defiendo la identidad de todas las personas en sus hogares, me rebelo también contra el crimen de la sustitución de nuestro pueblo.

El discurso dominante no puede dejar atrás sus tóxicas ambigüedades, y los Europeos deben cargar con las consecuencias. Falta una religión identitaria que nos una, compartimos una memoria en común que se remonta a Homero, un repositorio de todos los valores en los cuales nuestro futuro renacer será fundado una vez que rompamos con la metafísica de lo ilimitado, la funesta fuente de todos los excesos modernos.

Pido disculpas de antemano a quienes sufrirán por mi muerte, primero y por sobre todo a mi esposa, mis hijos y mis nietos, así como a mis amigos y seguidores. Pero una vez que el dolor y el shock se vayan, no dudo que ellos comprenderán el significado de mi gesta y transcenderán su dolor con orgullo. Espero que juntos se den fuerzas. Encontrarán en mis recientes escritos las insinuaciones y explicaciones de mis actos.

sábado, 3 de octubre de 2015

Se respira la agonía

Europa necesita todas sus fuerzas, es un problema de origen, de identidad, la de toda su cultura, de ius sanguinis, la de todos sus espacios y la de todos sus hombres, el europeo, será aquel que a la larga, tenga más capacidad de resistencia y de defensa de su identidad, somos descendientes de conquistadores, y de los millones de europeos que la Europa decadente intentó expulsar, somos parte de su estirpe.

El capitalismo quiere esclavos, le da lo mismo que sean negros o blancos, si el precio le conviene.
Los viejos nacionalismos, no van a resolver el problema, por la sencilla razón de que no pueden invertir un proceso, que va muy por delante de ellos, en una dimensión que los excede. Los ciudadanos de una nación, rechazarán a los inmigrantes por un motivo puramente económico, o los aceptarán, por un motivo también puramente económico, pero no resolverán el problema, si a eso se limita su mentalidad política. 



Pero Europa no se acabará por eso, Europa se acabará, el día que su estirpe de conquistadores esparcida por el mundo, ya no se reconozca a sí misma, se divida en fracciones decadentes, o en nacionalismos que un día u otro volverán a enfrentarse entre sí.

Quisiera que el territorio Europeo, siguiera siendo profundamente Europeo, pero no podemos permitirnos el lujo de abandonar su centro ni su periferia, en un mundo globalizado. Europa es una estirpe espiritual e imperial. Cuando se abandonan los territorios lejanos, es porque el enemigo se acerca. Le pasó a Roma, y también le pasó a España, antes de su caída final, a manos del imperio talasocrático del comercio anglosajón.

La muerte de Europa, es ser enterrada en muchas pequeñas tumbas locales; pero hay otro destino: extender su espacio lo más lejos posible, reuniendo en una gran política planetaria, su voluntad de sobrevivir. Esa extensión cultural, espiritual y política, no son ciertas empresas de capitales apátridas, que saquean territorios y recursos naturales en nombre de Europa, sin ser Europa, tampoco los hijos de Europa, que quieren retornar, detrás del espejismo de la sociedad de consumo, y que serán huérfanos de un destino que Europa ya no les devolverá. 

Europa es una construcción militante, que nace y muere con la espada, con la voluntad de ser un hombre de origen y cultura europea, más allá de dónde uno se encuentre, de dónde le toque realizar su destino, en el centro sitiado de Europa, o aquí, en su última frontera.
Europa no es sólo un territorio, Europa es una cultura, la coronación de un largo proceso histórico que se desarrolló a través de hombres de un origen común.

Esa cultura, hoy pelea por no desaparecer. O al menos por eso peleamos algunos, no sé si pocos o muchos, pero en todo caso, el número no agrega ni quita nada, al valor de la lucha y del objetivo. Europa se muere de decrepitud, de consumismo, de debilidad, de abulia, de corrupción, de aburrimiento, sumida en el más crudo materialismo, en el más hondo silencio.

Europa muere por su propia mano. En algún lugar, las vanguardias perdidas, buscan fundar un nuevo espacio, desde su centro secreto, y desde la periferia, para defender su espíritu envejecido. Posiblemente cambiará su forma, pero habrá que buscar la manera de conservar su espíritu.