En este mundo de locura liberal.. todo lo que sea degradación.. decadencia..degeneración o envilecimiento en el hombre esta permitido y es fomentado...pero el verdadero pensamiento independiente que se salga de lo que dicta el sistema.. es severamente penado por todas las cortes del mundo...el "delito de opinión" es el peor crimen que se puede cometer en este mundo de pensamiento totalitario...Oder

sábado, 17 de octubre de 2015

El Socialismo de Spengler

El nacionalismo de los racionalistas y románticos es obra de un grupo reducido de intelectuales. 

Las naciones son pueblos culturales, hunden sus raíces en los tiempos oscuros de la Edad Media, en Europa las naciones adquieren forma en el medievo por medio de las grandes dinastías.

La nación verdadera brota del Pueblo y fue moldeada por sus nobles y príncipes y ante todo. Muchos nacionalismos, muchos ideales soberanistas son hoy un simple resultado de razonamientos y de discursos artificiosos. El Democratismo propaga la idea de derecho a decidir. Basta con que un colectivo de personas, abstractamente separado de los demás por criterios a menudo peregrinos, decida en votación subitánea constituírse en Nación para acceder a un Estado.

La Decadencia se inicia con la contraposición entre fines distintos, que llegan a hacerse incompatibles entre sí. Toda la teoria marxista de la Lucha de Clases podría releerse como teoría de la decadencia de una civilización. El desenvolvimiento del Capitalismo es también el nacimiento de unos ideales fantásticos las clases internacionalistas que se olvidan del Estado, lo liquidan, lo manejan a su antojo, como instrumento para ahogar y vencer a la clase enemiga, como medio de explotación, como aparato de represión, o como ídolo al que derribar.

Los liberales y los socialistas parten de la doctrina del Estado civil como mal menor, como instrumento a duras penas soportable y tolerado siempre que pueda ser prostituído con algún concreto fin: la fraternidad universal, el perfecto mercado autorregulado o lo que sea. Socialismo, comunismo y liberalismo son ideologías que encuentran una contradicción en el Estado.

El Estado del Pueblo persigue siempre, hacia el interior, una Economía Productiva, que lo haga sólido, fuerte y capaz de una Acción Exterior: asegurarse un espacio entre enemigos. 

Por el contrario, el Estado Plutocrático fomenta las tendencias anarquizantes en la medida en que el afán particularista de ganancia sea satisfecho, y para ello la manipulación de las grandes masas urbanas, proletarias y sub-proletarias, se hace esencial. 

No importa nada que los funcionarios, los pequeños productores, los campesinos, etc., sean los que realmente sostengan la estructura gigante: al Estado plutocrático le conviene difuminar la realidad de que son éstos sectores los que realmente hacen que se paguen las cuentas que los especuladores financieros no quieren, por principio, pagar.



El complemento necesario de los saqueadores de las finanzas que se han adueñado del Estado, hasta el punto de arrebatarle toda soberanía, es el endiosamiento de un supuesto proletariado sindicalizado y mimado por mil y una ventajas, entre las que se cuentan los liberados sindicales, la invención de puestos de trabajo ad hoc, subvenciones y prebendas no basadas en el mérito sino en la fidelidad partidista o sindical, etc. En realidad el contingente de trabajadores reales que viven al margen de ese clientelismo partidista o sindical no conoce ninguna de estas ventajas del proletariado ficticio. 

Viven en condiciones de explotación que nadie cacarea públicamente y apenas se reconocen en la forma de vida y pensamiento de aquellos que dicen ser sus defensores. En realidad, los más ardientes defensores de los valores "progresistas"  son irreconocibles en Europa, no son obreros en sentido estricto: son hijos de la clase media, profesionales liberales, "intelectuales", productos de la gran ciudad desarraigada que buscan en el trabajador un molde en el que llenar en realidad sus tendencias anarquizantes. 

En ningún momento desearían organizar un Estado fuerte, militarizado, compacto, como en su día lo pretendío la URSS. El Estado en manos de plutócratas fomenta sus tendencias anarquizantes, pues así no hay apenas un Pueblo que presente resistencia a su saqueo constante, a su explotación.