En este mundo de locura liberal.. todo lo que sea degradación.. decadencia..degeneración o envilecimiento en el hombre esta permitido y es fomentado...pero el verdadero pensamiento independiente que se salga de lo que dicta el sistema.. es severamente penado por todas las cortes del mundo...el "delito de opinión" es el peor crimen que se puede cometer en este mundo de pensamiento totalitario...Oder

viernes, 16 de octubre de 2015

El prusianismo de Spengler..

Spengler es ante todo un escritor, es el pensador, el politólogo, el moralista, aquí reside para muchos toda la vigencia de su palabra.

La obra de Spengler puede ser criticada por su tipo de dialéctica típicamente germánica, su visión de la Historia, sus críticas a la democracia, su fijación excesiva con los grandes hombres, ! pero eso da igual ¡

Spengler comparaba el viejo estilo prusiano con el viejo estilo español, que forjó un pueblo en el combate caballeresco. Porque, conviene insistir, para Spengler la idea prusiana no se identifica con una tierra concreta, sino con una actitud ante la vida.


Lo específico de Prusia es que, históricamente, fue en ese territorio donde se plasmó de forma más acabada una simbiosis entre aristocracia y modernidad: el acceso a ésta última no se hizo por la vía clásica del aburguesamiento de las clases aristocráticas, sino que éstas permanecieron enraizadas entre las clases populares y el medio rural, definidas no por un estatus de privilegio, sino por un sentido de servicio. Prusia, en cierto modo, escapó al modelo de la sociedad burguesa.


El prusianismo de Spengler tiene, no cabe dudarlo, una dimensión política. La idea prusiana dice el autor alemán, se endereza tanto contra el liberalismo financiero como contra el socialismo obrero. Todo orden de masa y de mayoría le es sospechoso. Apunta ante todo contra la debilitación del Estado y contra el abuso del mismo en favor de intereses económicos. 


Prusiana es, para Spengler, la primacía incondicional de la política exterior de la dirección afortunada del Estado en un mundo de Estados sobre la política interior, cuya única función es mantener en forma a la nación para aquella tarea y se convierte en abuso y en delito cuando persigue, independientemente, fines ideológicos propios.

Una actitud ética hecha de conciencia del deber, de impersonalidad activa y de sentido del honor. El estilo prusiano es el ideal estoico, las virtudes romanas clásicas: la claridad, la frialdad de juicio, la objetividad, la renuncia a todo entusiasmo romántico e irracional, la autodisciplina, la austeridad. 

Paradójicamente se trata de una sublimación del individualismo: una renuncia libre por la que un Yo fuerte se inclina ante un gran deber y una gran tarea. Es un acto de auto-gobierno. Frente a la atomización social de la civilización, lo que Spengler nos propone es una reconstrucción del vínculo social. Frente al individualismo egoísta, la recuperación de un horizonte de sentido compartido. Frente al narcisismo estéril, la alegría del servicio a los demás. Perderse uno mismo para hallarse uno mismo. 

Un mensaje más revulsivo que nunca, en esta época de desconcierto y de baratillo de manuales de autoayuda. Más allá de los ídolos de la modernidad, el ideal aristocrático europeo de todos los tiempos. Prusianismo, he ahí la respuesta de Spengler a la decadencia.

Spengler anuncia la decadencia, pero eso no hace de él un pesimista... ni un optimista. Un diagnóstico no es, normalmente, ni una cosa ni la otra. Pero además, habría que revisar los conceptos. Probablemente haya pocas cosas más auténticamente deprimentes que ese pensar positivo superficial y forzado, ese optimismo bobalicón hecho de evasión y de sonrisa tonta, que parece querer imponérsenos a todas horas del día. Si lo que queremos es otra cosa, Spengler ofrece una fórmula para los espíritus fuertes. 

En primer lugar, si es cierto que existe un determinismo global que pesa sobre nuestra cultura, la última palabra todavía no está dicha: el ciclo de Occidente aún no está agotado, y puede haber sorpresas. Pero además, es que determinismo global no equivale a determinismo individual. En uno de sus aforismos Spengler señalaba:
 Cuando un ser humano tiene una gran tarea que cumplir, ninguna desgracia puede alcanzarle mientras no haya cumplido aquello a lo que estaba destinado.



Y en otro lugar afirmaba: 

El pesimismo es la incapacidad de percibir nuevas tareas. ¡Y yo veo tantas, y todavía por cumplir, que temo que nos falten el tiempo y los hombres para ello!

Poner un objetivo entre uno y la muerte; o, como decía Ortega, el valor supremo de la vida consiste en perderla a tiempo y con gracia. Es la vieja divisa hanseática: Navegar es necesario, vivir no. La garantía de éxito no es condición necesaria para emprender la lucha. Y cada hombre siempre tiene la opción de permanecer fiel a la idea que se ha hecho de sí mismo, sea cual fuere el resultado final. Amor fati. Ahí está la única victoria inalienable. Una ética heroica.