Por William Pierce, 1979
Ejemplos de los rasgos culturales que difieren de raza a raza son los manierismos del discurso, las formas de vestir y el aseo personal. Si Blancos y Negros son obligados a vivir juntos desde el nacimiento, a asistir a las mismas escuelas y son expuestos a exactamente las mismas influencias culturales, ellos crecerán hablando y vistiéndose casi de la misma manera.
Incluso los Negros que han crecido en las áreas tribales de África, quienes por regla general deforman sus lóbulos de las orejas o sus labios con enormes tacos de madera o cubren su cabello con estiércol líquido de vaca como un medio de atraer a Negros del sexo opuesto, pueden ser entrenados para adoptar las normas de los Blancos en cuanto a limpieza y aseo personal.
El hecho es, sin embargo, que las diferencias raciales más importantes son genéticas más bien que culturales. El color de piel y de ojos, los rasgos faciales, la forma del cráneo, las proporciones esqueléticas, los patrones de deposito de la grasa corporal, el tamaño de los dientes, la forma de la mandíbula, la forma del pecho femenino, el olor y la textura del cabello, son sólo las más visibles características físicas genéticamente determinadas que se diferencian racialmente.
El hecho es, sin embargo, que las diferencias raciales más importantes son genéticas más bien que culturales. El color de piel y de ojos, los rasgos faciales, la forma del cráneo, las proporciones esqueléticas, los patrones de deposito de la grasa corporal, el tamaño de los dientes, la forma de la mandíbula, la forma del pecho femenino, el olor y la textura del cabello, son sólo las más visibles características físicas genéticamente determinadas que se diferencian racialmente.
Las diferencias raciales, en otras palabras, van mucho más allá que la intensidad de la piel; ellas impregnan al individuo y se manifiestan en prácticamente cada célula de su cuerpo. Ellas son el producto de millones de años de un desarrollo evolutivo separado que ha adaptado a las diferentes razas, con precisión considerable, a las diferentes demandas medioambientales.
Cuando entendemos la naturaleza omnipresente de las diferencias raciales genéticas, podemos ver que las diferencias raciales culturales no son tan superficiales como algunos harían que creyéramos. Lejos de enmascarar cualquier "igualdad" fundamental o de exagerar disimilitudes raciales, ellas simplemente manifiestan las diferencias genéticas de las cuales ellas son, de hecho, expresiones.