Ni tampoco pueden estos autores ser correctamente entendidos a menos que el lector se familiarice primero con los escritos de Schopenhauer. En segundo lugar, las enseñanzas de Schopenhauer acerca de la primacía de la voluntad que lidera nuestra percepción de la realidad también pueden ayudar a comprender la hiper-realidad política del sistema liberal moderno.
El nombre de Schopenhauer por lo general es esociado con el pesimismo cultural. Sin embargo, él está lejos de la caricatura de un autor suicida que cava sin cesar en la cultura de la muerte, como fue el caso de muchos de sus sucesores del siglo XX, incluído el magistral Emile Cioran.
Schopenhauer no está interesado en elaborar tratados políticos con su trabajo, ni tampoco habla de la sociología política de la Europa que se estaba industrializando rápidamente, o de las instituciones gubernamentales de su época. Los cambios políticos que él presenció, por dramáticos que fueran, como las guerras napoleónicas en Europa, el ascenso al poder de Estados Unidos y la época post-napoleónica, no eran de ningún interés para él. Completamente consecuente con sus opiniones misantrópicas con respecto a la naturaleza humana, él permaneció por encima de la lucha política e histórica hasta el punto del desinterés total.
Schopenhauer rechaza cualquier fórmula para cualquier sistema ontológico, político o ético cual fuese. En vez de eso, él demuele todas las doctrinas y todos los sistemas, sean ellos religiosos o políticos. Él se resintió de la política y puede ser justamente descrito como un "anti-intelectual" en un sentido moderno de la palabra. Para Schopenhauer el mundo es fundamentalmente absurdo y ninguna filosofía política puede cambiar su absurdidad. Un teórico francés de la postmodernidad, el filósofo Clément Rosset, es probablemente uno de los mejores autores que resumieron el significado de Schopenhauer para nuestros tiempos.
En sus aforismos Schopenhauer proporciona algunas recetas prácticas en cuanto a cómo minimizar una vida de dolor y pena y cómo desechar la peligrosa ilusión de la felicidad. Como un fino conocedor de la psicología humana, Schopenhauer justamente comenta que allí donde hay un violento arrebato de alegría, un desastre surge amenazadoramente sólo a la vuelta de la esquina.
Schopenhauer rechaza cualquier fórmula para cualquier sistema ontológico, político o ético cual fuese. En vez de eso, él demuele todas las doctrinas y todos los sistemas, sean ellos religiosos o políticos. Él se resintió de la política y puede ser justamente descrito como un "anti-intelectual" en un sentido moderno de la palabra. Para Schopenhauer el mundo es fundamentalmente absurdo y ninguna filosofía política puede cambiar su absurdidad. Un teórico francés de la postmodernidad, el filósofo Clément Rosset, es probablemente uno de los mejores autores que resumieron el significado de Schopenhauer para nuestros tiempos.