Fuente: culturatransversal.wordpress.com
Heidegger señala que el mundo moderno ha reemplazado el mundo humano por el Gestell, donde el hombre se arrincona por el utilitarismo y el materialismo. En este antimundo, el Gestell, Dios es reemplazado por la idolatría del ego, las personas por las masas, la tierra (la base) por la tecnología y el cielo (lo ideal, la norma) por el dinero.
En la teoría de género, la causa final es el capricho del ego que debe elegir su género de forma arbitraria según sus deseos. Al servicio de este capricho interviene la técnica, operación quirúrgica, vestimenta, etc. y el derecho, matrimonio para todos. El igualitarismo es llamado como refuerzo para modificar el derecho positivo frente al derecho natural. En fin, el amor entre el hombre y la mujer obedece ahora a las leyes de la masa: es en el amor para todos, heterosexual u homosexual, partícipe de la orgía, que lógicamente debería extenderse hasta la zoofilia y la pedofilia. Como escribió Dostoievski: “Si Dios no existe, todo está permitido”. El amor es despersonalizado y se convierte en un fenómeno de masas ¿amor por todos?, como una suerte de “derecho”.
La ideología de género considera que las diferencias de hombres-mujeres no son más que opresiones normativas, estereotipos culturales que es necesario deconstruir para realizar la perfecta igualdad entre hombre y mujer.
En nombre de la libertad y la igualdad, las batallas ideológicas del “género”, obedeciendo a exigencias subjetivistas, vienen a organizar la sociedad sin tener ningún respeto por la diferencia sexual.
Estamos en presencia de una utopía de la liberación de los deseos más caprichosos y arbitrarios que serían portadores de la felicidad universal.
Peor aún, esta ideología pretende cambiar el derecho de las diferentes naciones en nombre de un presunto consenso que ignora todo debate público. Como Hillary Clinton declaró, se trata de un derecho humano y no es posible debatir sobre los derechos absolutos. La libre elección de la “orientación sexual” debe ser respetada. La técnica y el derecho deben aliarse para permitir a cada uno elegir su sexo.
Peor aún, esta ideología pretende cambiar el derecho de las diferentes naciones en nombre de un presunto consenso que ignora todo debate público. Como Hillary Clinton declaró, se trata de un derecho humano y no es posible debatir sobre los derechos absolutos. La libre elección de la “orientación sexual” debe ser respetada. La técnica y el derecho deben aliarse para permitir a cada uno elegir su sexo.