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Alain de Benoist
Los siglos nunca adquieren inmediatamente un carácter que puede recompensarlos con un lugar correcto en la historia. Así, el siglo 20 no empezó realmente hasta 1914. ¿Será etiquetado el siglo 21 como “el siglo de 2015”? Sin desear la predicción del futuro, que por definición permanece impredecible, podemos intentar la observación de los acontecimientos de hoy, que uno por uno, puede ayudarnos a bosquejar el marco general del futuro. Una cosa parece sin embargo cierta: Nunca el mundo ha sido tan incierto, nunca hemos sido testigos de tales altibajos en todo el tablero. En cada dominio, las barajas de cartas están siendo barajadas y rebarajadas. Con los viejos temas desapareciendo, otros nuevos están surgiendo en el horizonte. ¿Cuáles son estas principales fuerzas conductoras?
El trasfondo de la escena es bastante bien conocido por todos. Entre los mayores problemas emergiendo en las décadas siguientes, cuatro, al menos, se mostrará que son cruciales: El inevitable agotamiento de los recursos naturales; el futuro de las migraciones internacionales y las relaciones inter-étnicas; el surgimiento de nuevos tipos de guerras (guerra por petróleo y guerra por el agua, guerra espacial, y ciberguerra), incluyendo la unión planeada de la electrónica y los seres vivos. ¿Qué hay sobre el resto de cosas?
¿Será el siglo 21 un sigo euroasiático? Los Estados Unidos tienen un miedo obsesivo de ver una alianza segura y firme entre China y Rusia como un preludio de la constitución de un gran bloque continental. Habiendo estado embarcados en una serie de guerras geopolíticas de agresión, harán todo lo posible para rodear a China y Rusia, para imponer el acuerdo trans-atlántico de “libre comercio” designado en primer lugar para aislar a Europa de Rusia, para manipular artificialmente el precio del petróleo, y lo harán así con su habitual brutalidad basada en el principio: “Si tú no eres nuestro vasallo, tu estas contra nosotros”. Los acontecimientos en Ucrania, un país que es el pivote geoestratégico real de Eurasia, ya ha ayudado a reactivar la guerra fría – que nunca había llegado realmente a su fin en primer lugar. La “revolución” de la plaza maidán ha sido desde el comienzo más anti-rusa que pro-europea, pero fueron los americanos quienes finalmente sacaron beneficio de ella. Los Estados Unidos están preparados para cualquier cosa, absolutamente cualquier cosa para mantenerse en el estatus de “la nación indispensable”.
Estamos siendo testigos de una reestructuración de las formas de dominación mundial. Los Estados Unidos, con sus mercados financieros, sus fuerzas armadas, su lenguaje y sus industrias culturales permanecen a la cabeza del poder mundial. Su impacto económico, sin embargo, está reduciéndose poco a poco (su parte de la producción industrial global ha caído desde el 45% en 1945, hasta un 17,5% hoy), con el dólar representando hoy solamente una tercera parte del comercio mundial en comparación a más de la mitad en el 2000. El proceso de “des-dolarización” ya ha empezado, simultáneamente, en el comercio de petróleo y gas, y en el frente monetario. Rusia y China, emuladas por otros países del tercer mundo, están usando cada vez más sus monedas nacionales en el comercio y las inversiones. El proyecto de comercio de energía y materias primas, sin recurrir al dólar, está empezando a tomar forma. Mientras tanto, la compra de oro está cobrando impulso. La llegada de una nueva moneda de reserva internacional, designada a reemplazar al dólar, parece inevitable.
La deuda total de los Estados Unidos ha alcanzado ahora una anonadante cifra de 60 billones de dólares americanos (el 400% del PIB, esto es, deuda pública, deuda privada, deudas de empresa y deudas de los hogares), que, por todos los intentos y propósitos, no es posible de pagar jamás. Otras naciones, atrapadas en la cazuela de la deuda, también corren el riesgo de impago. Como figura de cabecera de una compañía en crecimiento, incluso aunque ya no muestra crecimiento, Europa, que está al borde de la recesión, parece ahora estar cerca del colapso. La crisis de 2008 solo fue un traje de ensayo. Una burbuja en los bonos gubernamentales de todas los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) se sigue hinchando. Hoy hay sobre 100 billones de dólares de bonos y más de 555 billones de dólares en derivados. ¿Qué ocurrirá cuando estalle esta “burbuja de bonos”?
Auto-destrucción del capitalismo
El hecho del asunto es que el capitalismo se ha vuelto incapaz de continuar el “desarrollo de su lógica en el marco determinado irónicamente por la lógica de su propio desarrollo” (Francis Cousin). Para compensar su nivel descendente de rendimiento, el capitalismo debe incrementar constantemente el volumen de su beneficio, es decir, debe expandir constantemente el alcance de sus oportunidades comerciales. Para asegurar, sin embargo, el libre flujo de mercancías y productos básicos, debe incrementar su nivel de producción, que uno por uno significa la reducción de la parte de mano de obra que ha sido domesticada a través de los salarios del sistema de trabajo. De aquí la proliferación de la “gente superflua” – esto es, de los desempleados. ¿Cómo vender cada vez más y más a los clientes que están siendo forzados a ganar cada vez menos con sus salarios? Por el contrario, ¿Cómo tratar con los cero costes marginales de los bienes y servicios digitales? El capitalismo se está enfrentando al problema fundamental de la devaluación del valor del capital. El vuelo en el sistema de préstamos y en la obsolescencia programada, seguida por la carrera en la especulación financiera y “derivados”, tiene sus límites. El modelo de consumo a través de los créditos está llegando a su fin. Habiendo destrozado todo, el capitalismo, justo como un escorpión, está abocado a destruirse.
La saturación del mercado, la explosión de deudas, la tendencia decreciente en la tasa de beneficios, el descenso de Europa, el aumento muy extendido de falsas conciencias, la activación de procesos sub-caóticos de des-civilización – el mundo parece que ha entrado en una fase implosiva y terminal ¿Podemos salir de esta, de otro modo más que por la guerra?
Ya no es poco razonable pensar que la guerra se aproxima y que será una nueva guerra mundial. Esto no será un “choque de civilizaciones” (para que esto ocurra uno necesita algunas civilizaciones), ni una guerra entre “islam” y “occidente”. De nuevo será una guerra entre Oriente y Occidente. Una “batalla final” entre las potencias de la Tierra y las potencias del Mar, entre las potencias continentales y las potencias talasocráticas, entre el sistema del dinero y el principio de la realidad. La OTAN, que se ha convertido en una alianza militar ofensiva al servicio de las guerras americanas, queda como la coalición más amenazadora a la paz mundial. Una señal salió cuando Vladimir Putin fue etiquetado por los americanos como el principal enemigo. El 4 de diciembre de 2014, la House of Representatives (el congreso) aprobó una resolución que ascendía a la declaración de guerra contra Rusia. La alternativa es la guerra.
Fuente: The Occidental Observer.