En este mundo de locura liberal.. todo lo que sea degradación.. decadencia..degeneración o envilecimiento en el hombre esta permitido y es fomentado...pero el verdadero pensamiento independiente que se salga de lo que dicta el sistema.. es severamente penado por todas las cortes del mundo...el "delito de opinión" es el peor crimen que se puede cometer en este mundo de pensamiento totalitario...Oder

jueves, 23 de octubre de 2014

Sobre el Matriarcado por Johann Bachofen..

Bachofen descubrió la "Era ginecocrática", es decir, la Era en la cual el principio femenino es supremo, a esta Era corresponde una fase arcaica de la civilización, debe haber un principio femenino, una Diosa o Mujer divina, la Madre de la Vida.
Esta Madre es a veces la Tierra, o a veces la ley de la Naturaleza. 


Pero centrémonos en la filosofía de Bachofen que es lo impòrtante..
Johann Jakob Bachofen podría ser descrito como una "revelación" de la cultura europea más moderna. Contemporáneo de Nietzsche, perteneció a los mismos círculos espirituales que dieron origen a "El Nacimiento de la Tragedia" de Nietzsche y "Psyche" de Erwin Rohde. Su obra prácticamente no alcanzó ningún reconocimiento durante su propia vida. 


El público general no entró en contacto con ella, mientras los "especialistas" en Historia antigua y arqueología tramaron una especie de conspiración del silencio contra su obra, debido a su oposición a los métodos y concepciones que ellos más estimaban.  Dominando el conocimiento de Arqueología y Filología de su tiempo, Bachofen se dedicó a una peculiar interpretación de los símbolos, mitos, cultos y formas legales de la mayor parte de la Antigüedad, una interpretación que es particularmente importante debido al gran número de ideas y puntos de referencia que ofrece a aquellos que desean penetrar en una dimensión casi insospechada del mundo de nuestros orígenes, y comprender una especie de historia espiritual secreta de las civilizaciones antiguas escondida detrás de sus historias evidentes, todo lo cual equivale a un ejemplo notable de lo que es llamado como "historiografía crítica".

Lo que es interesante en Bachofen, en primer lugar, es su método. Este método es nuevo y revolucionario comparado con la manera escolástica y académica habitual de considerar las civilizaciones antiguas, los cultos y los mitos antiguos porque es "tradicional" en el sentido más alto de la palabra. Lo que quiero decir con esto es que la forma en que era el hombre de cualquier civilización tradicional, que es anti-individualista y anti-racionalista, es más o menos el modo mediante el cual Bachofen ha procurado descubrir el secreto del mundo de nuestros orígenes. 

 Bachofen señala correctamente que la Historia como tal nunca puede ser comprendida: un acontecimiento puede dejar rastros, pero su significado interno se nos escapa y es llevado por la corriente del tiempo, de modo que es incomprensible e incognoscible por nosotros, excepto en la medida en que ha sido especificado por la tradición y el mito. En el desarrollo, transformación, oposición e incluso en la contradicción de las tradiciones, símbolos y mitos, podemos identificar de hecho las fuerzas más profundas, los "elementos primarios" espirituales y metafísicos que estuvieron en juego en los ciclos primordiales de la civilización y que provocaron sus perturbaciones más decisivas. Esto nos abre el camino a una metafísica de la Historia, que es también una Historia integral, una Historia en la cual la dimensión más importante, la tercera dimensión, es expresamente destacada. La interpretación de Bachofen de la historia interna de Roma sobre la base de sus mitos y leyendas, es uno de los ejemplos más convincentes de la importancia y la fertilidad de tal método.

En segundo lugar, la obra de Bachofen tiene una importancia especial tanto en el plano de la "morfología" o "tipología de la civilización", como en el de la "ciencia de las razas del espíritu". Partiendo de las diversas formas que las relaciones entre los sexos han asumido anteriormente, la investigación de Bachofen demuestra la existencia de algunas formas típicas y distintas de civilización, de lo cual se derivan varias ideas centrales vinculadas a su vez a diversas visiones del mundo, del destino, de la vida futura, del derecho y de la sociedad. 


Tales ideas casi tienen el valor de "arquetipos" en un sentido platónico; ellas son fuerzas formativas conectadas, mediante relaciones de analogía, a las grandes fuerzas de las cosas. En los individuos, ellas aparecen también en diversos modos de ser, en varios "estilos" de alma, sentimiento, interpretación y reacción. En la raíz de la promiscuidad comunista está la idea de la insignificancia de todo lo que es diferencia, la igualdad de todos los individuos cara a cara con la Matriz cósmica, el principio maternal y "telúrico" de la Naturaleza, de donde procede toda cosa y todo ser y dentro de la cual se disolverán de nuevo después de una existencia efímera. 

De esta naturaleza eran las fiestas orgiásticas en las cuales era antiguamente celebrado el retorno a la Madre y al estado de naturaleza, y en el cual todas las diferencias sociales eran abolidas temporalmente. El principio masculino no tiene una existencia propia, no es autosuficiente. En el plano material, sólo equivale a un instrumento para la generación, y está sujeto al vínculo de la mujer o se ve obscurecido por el resplandor Demeteriano de la madre. 

En el plano espiritual, es sólo a través de un éxtasis dionisiaco dominado por elementos sensuales y femeninos que puede comprender el sentido de lo que es eterno e invariable y lograr un atisbo de inmortalidad, una inmortalidad que, sin embargo, no tiene nada que ver con la celestial de los olímpicos y los héroes. Y también en el plano social, el varón, que sólo conoce la ley violenta de la fuerza y la lucha, siente por medio de la mujer la existencia de un orden más alto, más sereno y supra-individual, y siente este "misterio Demeteriano" que, de una forma u otra, era en la Antigüedad la base y el apoyo de la ley matriarcal y de la ginecocracia.


Ésta es la concepción fundamental de Bachofen. Ella proporciona la clave para un orden de investigaciones susceptibles de ser extendidas a áreas mucho más amplias que las consideradas por el pensador de Basilea, puesto que, como hemos indicado, Bachofen usó esta concepción sólo a fin de identificar aproximadamente los conflictos, los trastornos y las transformaciones peculiares a la historia secreta del antiguo mundo mediterráneo. En la Hélade, y en oposición a formas más antiguas y aborígenes relacionadas con el culto telúrico-maternal, es donde primero aparece la luz de la espiritualidad heroico-olímpica; aquí, sin embargo, la "civilización de los padres" no duró mucho tiempo. 

Alterada por procesos de involución, y no habiendo sido sostenida por una organización política firme, fue barrida por la reaparición de cultos y fuerzas del previo período pelásgico-oriental, que, al principio, pareció haber vencido. Su idea pareció haber sido transmitida a Roma y haber impulsado allí un desarrollo mucho más amplio, la historia del cual es el período posterior a Augusto. En la época de Augusto, Roma pareció a punto de establecer una nueva Era universal llevando a su completitud aquella misión, específicamente occidental según Bachofen, para la cual la civilización del Apolo délfico había resultado ser insuficiente.


Ya que aquellos son los rasgos principales de la metafísica de Bachofen de la historia mediterránea antigua, es apropiado indicar sus otras posibilidades, una vez que se prescinde del marco "evolucionista". Bachofen notó que, contra el substrato de un mundo más antiguo, impregnado con una "civilización de la Madre", la civilización opuesta, varonil y paterna, se desarrolló para suplantarla y derrotarla, aunque, en un punto posterior, al cierre de un ciclo, al menos en algunos países, fuera barrida nuevamente. Todo esto fue considerado por Bachofen como una especie de desarrollo automático en una sola familia de pueblos. 


La oposición de las dos civilizaciones como él la describe se refiere por lo tanto esencialmente a aquella existente entre dos etapas evolutivas y progresivas de un solo proceso, sin que él investigara cómo una se derivaba de la otra. Ahora, el preocupante grado hasta el cual la civilización occidental contemporáneo muestra y reproduce los rasgos principales de una "época de la Madre", de una época telúrica y "afrodítica" con todas sus consecuencias, ha sido notado, no sin referirse a Bachofen, por más de un escritor. Alfred Baumler escribió lo siguiente, en la introducción a las obras selectas ya mencionadas de Bachofen: "En las calles de Berlín, París o Londres, todo lo que usted tiene que hacer es observar durante un momento a un hombre o a una mujer para comprender que el culto de Afrodita es el único, ante el cual Zeus y Apolo tuvieron que batirse en retirada... 

La época actual presenta, en efecto, todos los rasgos de una edad ginecocrática. En una civilización tardía y decadente aparecen los nuevos templos de Isis y Astarté, de estas Diosas Madres asiáticas que fueron celebradas en orgías y libertinaje, en el hundimiento desesperado en el placer sensual. 

La mujer fascinante es el ídolo de nuestros tiempos, y, con labios pintados, ella camina por las ciudades europeas como una vez lo hizo por Babilonia. Y como si ella quisiera confirmar la profunda intuición de Bachofen, la moderna gobernadora del varón ligeramente vestida pasea con una cuerda un perro, el antiguo símbolo de la promiscuidad sexual ilimitada y de las fuerzas infernales". Pero estas analogías pueden ser desarrolladas mucho más allá.