En este mundo de locura liberal.. todo lo que sea degradación.. decadencia..degeneración o envilecimiento en el hombre esta permitido y es fomentado...pero el verdadero pensamiento independiente que se salga de lo que dicta el sistema.. es severamente penado por todas las cortes del mundo...el "delito de opinión" es el peor crimen que se puede cometer en este mundo de pensamiento totalitario...Oder

viernes, 6 de noviembre de 2015

El silencio de Goethe



Toda tu vida pasa ante tus ojos, se dice, justo antes de morir. Ese ejercicio es el que Antonio Priante desarrolla en El silencio de Goethe, un novela publicada por la desaparecida Ediciones Cahoba en 2006 no en vano con el subtítulo de «la última noche de Arthur Schopenhauer» y que ahora reedita con gran acierto Piel de Zapa. Porque eso es precisamente lo que hace Priante: ponerse en la piel de Schopenhauer para reconstruir la última noche del intelectual alemán a través de un breve repaso por su doctrina filosófica y por vida. Un objetivo bastante ambicioso y casi podría decirse que osado teniendo en cuenta que se desarrolla en escasas 130 páginas.



El silencio de Goethe de Antonio Priante


Como si estuviera reflejado ante un espejo ‒como de hecho lo está al principio del relato‒ el anciano filósofo alemán de 72 años de edad vuelve sus ojos a su infancia, marcada por un sentimiento de desamparo como consecuencia del desinterés de sus padres, a su juventud y a su periodo de formación en Le Havre y Hamburgo, a su primer encuentro con Goethe, el que será su amigo y maestro, a su enfrentamiento con Hegel, a sus escasas y frustradas aventuras amorosas o a la publicación de la que será su gran obra, El mundo como voluntad y representación, con su posterior triunfo no tanto entre el mundo académico, viciado por el defecto de expresar de forma enrevesada ideas engorrosas y carentes de base, como entre el hombre de a pie, el de clase media, es decir, entre la gente sencilla que no se suele preocupar por cuestiones filosóficas.

Al mismo tiempo el narrador va alternando reflexiones sobre su misoginia, sobre el nacionalismo alemán, sobre el papel del arte en la vida o la esencia de la mujer, sobre su amor al trabajo y, en definitiva, sobre los fundamentos de su doctrina filosófica, incluyendo su teoría sobre la voluntad, su metafísica o su ética. Todo ello con una mezcla singular de egolatría y de inseguridad, de sinceridad y de honestidad, de intimismo y de pasión. Una amalgama de elementos que da cuenta de que aunque nos encontremos ante una obra que se plantea como autobiográfica está lejos de ser una autobiografía al uso.

Uno de los pilares de la novela, y casi su principal hilo conductor, es la reflexión que da pie al título del libro: el silencio de Goethe tras la publicación de El mundo como voluntad y representación. A pesar de que el poeta alemán fue uno de los primeros de la obra de Schopenhauer y de que una profunda amistad los unía, no llegó a hacerle ningún comentario al respecto sobre su contenido, más allá de alguna vaguedad imprecisa, ni dejó nada escrito al respecto. Este hecho obsesionará al filósofo durante más de cuarenta años, hasta el punto de que no dudará en increpar y acusar a Johann Peter Eckermann, secretario de Goethe, en silenciar todo rastro de su nombre en la transcripción de sus conversaciones íntimas con el poeta ‒publicadas, por cierto, por Acantilado‒. A medida que se avanza en la lectura el lector siente la angustia de Schopenhauer en sus propias carnes y no puede evitar preguntarse, con el filósofo, a qué pudo deberse el silencio de Goethe.

Por todo lo dicho hasta ahora, expresado en poco más de cien páginas, cabría pensar que El silencio de Goethe fuera un tostón filosófico de mucho cuidado. Lejos de eso, Priante ha conseguido poner en pie un retrato de Schopenhauer, con sus grandezas y sus miserias, y de su compleja doctrina filosófica bastante asequible, con naturalidad y transparencia, con un estilo fluido, ligero y preciso, que combina el soliloquio puramente introspectivo con conversaciones imaginarias o con algún que otro diálogo no exento de humor como los que tiene con su perro Butz. Porque el humor, a veces en forma de ironía ingeniosa y otras como crítica despiadada, está muy presente a lo largo de toda la obra.

Pero que su prosa sea comprensible no significa que no sea una novela densa y, a ratos, exigente. ¿Qué otra manera habría de encajar tanta información en tan pocas páginas? Es evidente que la trama se sustenta sobre una cuidada e ingente tarea de documentación, una labor que incluye la lectura de las obras completas de Schopenhauer, sobre la que Priante ha desarrollado un insólito ejercicio de síntesis, consiguiendo la proeza de decir lo máximo con el mínimo de palabras.

No es la primera vez que el autor utiliza lo autobiográfico como leimotiv de sus novelas. Profundo conocedor de la cultura clásica, el autor se ha atrevido a novelar la vida de Catulo en Lesbia mía, la de Cicerón en La encina de Mario o la de Petronio enConversaciones con Petronio. Y años después volvería a hacer lo propio con Mariano José de Larra en El corzo herido de muerte o con Dante en La alta fantasía. De esta manera, Priante explora en todas las posibilidades de lo autobiográfico al tiempo que lo convierte en una especie de sello de identidad. Ahora bien, dentro de su trayectoria El silencio de Goethe viene a ser una especie de culminación de este género, su novela más conseguida y redonda, a ojos del propio autor. Una novela que es, quizá, una de las mejores y más luminosas síntesis que se hayan hecho sobre el filósofo alemán.