En este mundo de locura liberal.. todo lo que sea degradación.. decadencia..degeneración o envilecimiento en el hombre esta permitido y es fomentado...pero el verdadero pensamiento independiente que se salga de lo que dicta el sistema.. es severamente penado por todas las cortes del mundo...el "delito de opinión" es el peor crimen que se puede cometer en este mundo de pensamiento totalitario...Oder

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Mark Dyal - La Genética Moderna y la Vitalidad

Superando la Mente y el Cuerpo Burgueses
por Mark Dyal y Nick Fiorello


Camino entre esta gente y mantengo mis ojos abiertos; ellos se han hecho más pequeños, y se están haciendo cada vez más pequeños: pero esto es debido a su enseñanza sobre la felicidad y la virtud (...) Mucha bondad, mucha debilidad veo. Mucha justicia y compasión, tanta debilidad. Sencillos, justos y buenos son ellos unos con otros, tal como lo son los granos de arena unos con otros"(Nietzsche, Así Hablaba Zaratustra, Tercera Parte, De la Virtud Empequeñecedora).

Esta discusión de la relación que hay entre la vitalidad corporal y conceptual comenzó con dos temas históricos: la "eugenesia espiritual" de la Italia Fascista y la "eugenesia adecuada" de la Esparta de Licurgo. En la primera, hemos visto que los Fascistas deseaban transformar los débiles cuerpos burgueses en cuerpos capaces de soportar el peso físico, moral e intelectual de la revolución fascista, haciendo de este modo de la fisiología algo central para el Fascismo. En la segunda, vimos a Licurgo exigir que los espartanos vencieran la decadencia social transformando las expectativas, y la propiedad, de sus cuerpos.

El ejemplo espartano, a la vez que revela la duración necesaria para latransvaloración corporal y social de los comportamientos y valores decadentes, demostró también el poder del ideal griego. Este ideal, que mantiene la interconexión de la mente y el alma y lo que ellas hacen con el cuerpo, condujo a la educación simultánea de mente y cuerpo. Licurgo promovió el carácter y los rasgos nobles y masculinos, a la vez que limitó el acceso al estatus de élite que no implicara el ennoblecimiento de la mente mediante la dedicación a la guerra y el sacrificio en favor de Esparta.

Incluso en la descripción que hace Plutarco de la Esparta de Licurgo, escrita aproximadamente 600 años después de que Licurgo transformó su Estado y su pueblo, uno ve la naturalidad del ideal griego, puesto que en ninguna parte Plutarco cuestiona la idea de que la ética y el carácter tengan algo que ver con el estado del cuerpo. Plutarco ni siquiera se sorprendió de que Licurgo fuera capaz de vender un régimen tan duro a su pueblo. Quizás esto es sólo una deducción de parte de Plutarco (y también nuestra). La Esparta de Licurgo tuvo lugar. Si hubo bajas entre el pueblo espartano —después de todo, los hombres modernos están culturalmente programados para buscar el desacuerdo cuando ideales nobles y más refinados son "impuestos" sobre un pueblo—, entonces que así sea. La historia griega y romana, para no mencionar sus valores, tiene poca preocupación por los fracasos; pero en cambio abre espacios enormes de ennoblecimiento y enriquecimiento mediante ejemplos de grandeza, el mismo propósito de las Vidas de Plutarco.

El concepto de la vida que tenía Licurgo, con aspiraciones humanas enfocadas en un ideal, es ciertamente heroico en el sentido homérico de la palabra; porque lo que llegó a ser en último término digno de elogio en el pensamiento griego —la armonía platónica y la tranquila reflexión— fue despreciado en Esparta como algo decadente. La competencia, la lucha, el poder, la acción y el logro mundano eran valores olímpicos compartidos por Licurgo y los héroes homéricos. Y podría argumentarse que los espartanos y los héroes de Homero están entre un pequeño puñado de hombres occidentales que han conseguido la inmortalidad, algo a considerar cuando se estudia la literatura científica moderna motivada por un marcado miedo a la muerte. Aunque el heroísmo y la gloria (kleos) no son el punto central de este presente informe, ellos están implícitos en las reformas de Licurgo, ya que las acciones que garantizaron la nobleza espartana culminan en ellos.


Nuestra atención ahora se centra sobre la ciencia post-moderna, específicamente en la Nueva Biología y su promoción de la Epigenética como un correctivo para la genética newtoniana-materialista. Al hacer aquello, sin embargo, debemos ser claros: mientras Mussolini, otros pensadores fascistas y Licurgo situaron al cuerpo en las primeras líneas de una guerra entre la flácida decadencia y la dura nobleza, la ciencia post-moderna tiende a comprender que lo que es mejor para el cuerpo es lo que es mejor para el hombre burgués. Así, debemos leer sus teorías y conclusiones en contraste con las aplicaciones asumidas por los científicos burgueses mismos; porque la dureza —nuestro objetivo— no es un ideal compartido por la Nueva Biología, aun cuando sus métodos manifiesten cuán transformativa podría ser para el hombre moderno. En otras palabras, ya no tenemos el lujo y el honor de ser ennoblecidos mediante la investigación. En otro sentido, hemos cambiado de decir Sí a decir No.

Cuerpo y Medioambiente

Como el epígrafe de Zaratustra deja en claro, Nietzsche entendía que había una relación directa entre la mente, el cuerpo y el medioambiente. Nietzsche entendía al ser humano como una serie de tipos creados en conjunto con las necesidades morales y sociales de las diversas formas de la vida humana. Los hombres modernos, como él dice arriba, están siendo debilitados por la vida suave, cómoda e igualitaria prometida por la modernidad burguesa. Y aunque el contexto era diferente para Licurgo, tanto la Italia Fascista como la Esparta de entonces compartían la hipótesis de Nietzsche sobre el Hombre y la sociedad. El epigenetista (y Nuevo Biólogo) Bruce Lipton la comparte también, explicando sucintamente que el medioambiente ejerce algún tipo de control sobre la actividad de los genes humanos.


Lipton trabaja a la sombra de Jean Baptiste de Lamarck, el evolucionista que creía que los rasgos individuales adquiridos a consecuencia de la influencia medioambiental podían ser transmitidos a través de las generaciones. En efecto, esta idea básica de Lamarck, conocida como la "herencia suave", forma la base misma de la ciencia epigenética. Aunque Lamarck era influyente a mediados del siglo XIX (y nuevamente a mediados del siglo XX), siendo leído con entusiasmo por muchos de los principales fisiólogos de la época, su obra fue desacreditada entre los evolucionistas después de la exitosa publicación de Darwin El Origen de las Especies en 1859. Muchas de las conjeturas de Darwin, como la responsabilidad de los transmitidos factores hereditarios en el control de las características de los descendientes, fueron elaboradas en contraposición directa a Lamarck. Y aunque Darwin llegara a lamentar la carencia de atención prestada a los factores ambientales en la modificación del material genético, la moderna ciencia genética llegó a ser dominada por el "determinismo" inherente en El Origen de las Especies .


Mientras al "determinismo genético" se le da una connotación negativa en una post-modernidad (popularmente) comprometida con la negación de la primacía genética —al menos cuando son planteadas las propensiones raciales o de género hacia la excelencia o la mediocridad—, en la comunidad científica (genetista) se le ha dado un importante control sobre las metodologías y las hipótesis. La genética clásica, sobre todo el trabajo de Thomas Morgan y la obra descubierta de nuevo de Gregor Mendel, fue esencialmente elaborada dentro del universo conceptual de la selección natural Darwiniana, y procuraba identificar el material hereditario que se creía que controlaba la vida orgánica.


Crick y Watson creyeron que habían encontrado dicho material en 1953 cuando ellos descubrieron el ADN, yendo incluso tan lejos como a crear el Dogma Central, o la primacía del ADN. La primacía del ADN proporciona la lógica para el determinismo genético, reduciendo la vida orgánica a una serie de proteínas codificadas en el ADN que representan el determinante primario de las características de un organismo [Lipton, p. 61]. Pero a comienzos del siglo XXI, el Proyecto del Genoma Humano (en adelante, PGH) puso en duda la primacía del ADN, demostrando que no hay suficientes genes para explicar la complejidad humana. Mientras gran parte de la ciencia del siglo XX asumió una proporción de 1 a 1 entre la proporción de genes y proteínas constructivas del cuerpo humano —que ascendería a aproximadamente 120.000 genes—, el PGH encontró en cambio sólo 25.000, dejando sin considerar el 80% de los genes presuntamente necesarios para la vida y el comportamiento humanos.



El genetista David Baltimore interpretó los resultados del PGH como una apelación a la primacía del medioambiente, lo que nos lleva a la Epigenética. La Epigenética, o "control por encima de la genética", ofrece un modelo explicativo capaz de contestar las preguntas planteadas por el PGH. La investigación epigenética reciente ha establecido que los patrones del ADN transmitidos por los genes no son grabados en piedra al momento del nacimiento, sino que en cambio responden a su medioambiente. En otras palabras, los genes no son el destino. Las influencias ambientales, "incluída la nutrición, la tensión y la emoción", pueden modificar aquellos genes, sin cambiar su impronta básica.

Enfocándose en las proteínas cromosómicas reguladoras a las cuales se adhieren las hebras del ADN, los epigenetistas han sido capaces de discernir las funciones fisiológicas de los cromosomas independientes del ADN, sugiriendo un flujo más sofisticado de información por medio de las células humanas. La biología, según este pensamiento, comienza con una señal medioambiental, luego deriva hacia una proteína reguladora, y sólo entonces va al ADN, al ARN, y como resultado final, a una proteína.



Por cuanto la investigación científica se ha enfocado principalmente en la plantilla del ADN, las contribuciones a la herencia humana hechas por el medioambiente han pasado en gran parte inadvertidas. Estas contribuciones se manifiestan principalmente mediante impulsos que activan enfermedades hereditarias como el cáncer. Las predisposiciones genéticas, en otras palabras, no son en sí mismas causas de la enfermedad. En efecto, sólo el 5% de aquellos que sufren de cáncer o de una enfermedad cardiovascular puede atribuír su aflicción a la herencia. Pero si el medioambiente puede provocar la enfermedad, también puede prevenir la enfermedad.

La fluidez y la capacidad de respuesta final del genoma ante factores ambientales —sean ellos internos o externos al cuerpo— realmente nos lleva de vuelta a Mussolini, Licurgo y Nietzsche. A pesar de que ellos no estaban en posición de entender el cuerpo en los términos de la ciencia post-moderna, su insistencia en una relación entre el cuerpo y su concepción está científicamente justificada por la Epigenética, especialmente cuando consideramos las consecuencias fisiológicas de la ciencia cuántica.