Éste es el núcleo del pensamiento de Gobineau: la mezcla racial, el mestizaje, producen inexorablemente la degeneración de la raza europea, única creadora de la cultura, y en consecuencia, provoca también la decadencia de las civilizaciones. Son los núcleos racialmente selectos, y no las multitudes bastardeadas por las mezclas, los que deciden la suerte de las naciones, es decir, que la prosperidad humana tiene como base la superposición, en un mismo país, de una raza de triunfadores y de una raza de vencidos.
De esta forma, a la democracia igualitarista y progresista, Gobineau opuso un oscuro determinismo racial en forma de inevitable decadencia, así como un aristocratismo construído, no sobre el individuo, sino sobre la jerarquía de las razas.
Llegados a este punto, no cabe duda que uno de los pensadores y sobre todo, de los pioneros que más influyeron en la formación del racismo nacionalsocialista fue Joseph Arthur, conde de Gobineau, diplomático francés en varios países asiáticos, destacado orientalista y, en menor medida, controvertido ensayista.
La recepción de las ideas gobinianas en la Alemania pre-nacionalsocialista se debe, principalmente, a Ludwig Schemann, el cual se ocupó de la traducción y difusión de las obras de Gobineau y de Wagner, inaugurando, de esta forma, la "raciología" que, posteriormente, popularizaría Hans Günther.
El propio Richard Wagner, amigo de Gobineau, resumió la idea principal de la ciertamente literaria, pero acientífica y asistemática, teoría gobiniana, en su obra "Heldentum und Christentum", en los siguientes términos:
La más noble raza humana, la raza europea, degenera únicamente, pero infaliblemente, porque, al ser menos numerosa que los representantes de las otras razas, se ve obligada a mezclarse con ellas, y lo que ella pierde al adulterarse no es compensado por lo que ganan los demás al ennoblecerse.
De esta forma, a la democracia igualitarista y progresista, Gobineau opuso un oscuro determinismo racial en forma de inevitable decadencia, así como un aristocratismo construído, no sobre el individuo, sino sobre la jerarquía de las razas.
Gobineau concibe su teoría de la raza, pues, a partir del problema de la decadencia de las grandes civilizaciones humanas, que a él le parece el más manifiesto y, al mismo tiempo, el más oscuro de los fenómenos de la Historia. ¿Por qué se pregunta decayeron civilizaciones tan maravillosas como Egipto, India, Persia, Grecia y la misma Roma? La diversidad de las causas alegadas frecuentemente por los historiadores para justificar la muerte de las civilizaciones no lo convencen: este fenómeno no es debido ni a la falta de sentimiento religioso, ni a las malas costumbres, ni a la imperfección de los gobiernos, ni a la geografía, ni siquiera por el efecto de una dominación extranjera.
Antes al contrario, todas las culturas y civilizaciones cayeron en decadencia, desapareciendo posteriormente, a causa del mestizaje racial. Los pueblos —escribió— no degeneran sino por efecto y en proporción de las mezclas que experimentan y en la medida de la calidad de estas mezclas.
El secreto del ocaso de la civilización es, pues, la degeneración étnica. Y un pueblo se degenera «cuando no tiene más el valor intrínseco que poseía anteriormente, puesto que el mismo no tiene más la misma sangre en las venas y las mezclas sucesivas han modificado gradualmente su valor», en otras palabras, cuando no se ha conservado la misma raza de sus fundadores.