Y esa libertad no te la quitan unas cadenas, ni unas rejas, ni la censura dictatorial, de carácter democrático. Esa libertad sólo te la puede quitar el miedo, el miedo a tus enemigos, el miedo a perderlo todo. Ser libre o no es una decisión que sólo tú puedes tomar, y una vez tomada verás que no hay libertad, pues habrás adoptado el mayor de los compromisos contigo mismo.
Es entonces el compromiso, y no la libertad, lo que hace del mundo un algo posible, vivible y a la vez, paradójicamente, libre. Pero libre parcialmente, pues un trozo de libertad no es toda la libertad, y nadie puede conseguir toda la libertad. Pero un compromiso si puede ser pleno, pues para ello se requiere de un acto libre: renunciar a la libertad. Ser libre es participar de su inexistencia. La libertad es un algo ilusorio entonces, la más bella de las fantasías, pues al final prevalece el compromiso.