Otros conceptos orwellianos a los cuestionamientos críticos sobre el uso político de la psicología se circunscriben al paralelismo que establece entre lenguaje y pensamiento, por un lado, y la propia concepción fenomenológica de la realidad, por el otro. Sobre lo primero, Orwell denuncia en 1984 el empobrecimiento de las sensibilidades estéticas y de la lengua como una de las principales técnicas de dominio mental.
Sobre lo segundo, Orwell plantea, según el cual no existe más realidad que dentro de la mente y, por tanto, todo puede ser manipulado a través de formas de dominio de la subjetividad colectiva.
Por consiguiente, términos como los de “doblepensamiento”, “paracrimen” y “crimental” serán cruciales para perfilar este modelo psicológico de represión mental que parece dibujar Orwell en su aclamada obra.
Por consiguiente, términos como los de “doblepensamiento”, “paracrimen” y “crimental” serán cruciales para perfilar este modelo psicológico de represión mental que parece dibujar Orwell en su aclamada obra.
Por “doblepensamiento” se entiende la incapacitación de los sujetos para detectar contradicciones en la información que se les expone, mientras que el “paracrimen” se refiere a un mecanismo autocensor frente a cualquier idea que atente contra el régimen político que ampara la sociedad.
Por su parte, con la palabra “crimental” Orwell describe un tipo de pensamiento mórbido a erradicar porque puede romper el orden establecido por desviarse del curso hegemónico y homogéneo de pensamiento entre toda la población civil.