En este mundo de locura liberal.. todo lo que sea degradación.. decadencia..degeneración o envilecimiento en el hombre esta permitido y es fomentado...pero el verdadero pensamiento independiente que se salga de lo que dicta el sistema.. es severamente penado por todas las cortes del mundo...el "delito de opinión" es el peor crimen que se puede cometer en este mundo de pensamiento totalitario...Oder

sábado, 4 de febrero de 2017

Los Grilletes Intelectuales de la Inmadurez


Los derechos naturales al propio pensamiento independiente y a la libre expresión han sido fuertemente recortados so pretexto de lo que es referido ahora como la "corrección política". Expresar la propia opinión libremente puede hacer que uno sea etiquetado como un paria y como una amenaza directa para la sociedad.

Al re-definir lo correcto y lo incorrecto, al controlar la narrativa y limitar el pensamiento independiente y la libre expresión, el público, en su conjunto, permanece estratégicamente maleable e intelectualmente manejable.


La pereza y la cobardía son las razones de por qué una parte tan grande de la Humanidad de buena gana permanece impasible durante toda su vida, mucho después de que la Naturaleza los ha liberado de guías externos. 
Kant


Las fuerzas económicas y políticas de hoy parecen ser conocedoras del peligro representado por una ciudadanía libre-pensadora. A medida que nuestra cultura occidental enfrenta una crisis existencial y sufre ataques desde múltiples frentes, las élites políticas parecen estar enfocadas en imponer su voluntad a toda costa. 

Ellos están desesperadamente tratando de mantener a raya una multitud de amenazas, y están fracasando en ello; ellos están contentos con simplemente hacer que el público acepte dicho fracaso como una victoria estratégica: la crisis de inmigración, la inestabilidad económica crónica, los conflictos geopolíticos con horrendos costos humanos, la violación de las libertades personales, todo eso debe ser tomado como hechos de la vida; esto nos es vendido como la nueva normalidad.

Por lo tanto, la prioridad de ellos es mantener a los pueblos bajo control, para aplastar el disenso y el surgimiento de rebeliones. Para hacer eso, las leyes contra acciones específicas no son suficiente. Para "mantener la paz" uno tiene que tener leyes contra el pensamiento mismo. 

Lo que está llegando a ser cada vez más difícil de negar, especialmente en Europa y Estados Unidos, es que ya no tenemos el derecho absoluto e inalienable a la libre expresión. Aunque afirmamos ser orgullosos ciudadanos de sociedades democráticas que, en teoría, respetan y apoyan las libertades individuales, en la práctica la definición de lo que constituye libre expresión se ha deteriorado tanto y se ha hecho tan estrecha, que a menudo es una burla de aquel mismo principio.


Cada vez más una mayor cantidad de temas han sido clasificados como "fuera de los límites" de los que no se habla, la expresión pública de las opiniones e ideas personales "incorrectas" ha sido criminalizada, e incluso la investigación académica o científica de ciertos campos ha sido suprimida. Pero los síntomas de nuestra auto-censura socialmente impuesta son evidentes también en las conversaciones cotidianas: ¿No es profundamente inquietante que sea casi imposible tener un debate normal y templado acerca de la crisis de inmigración, que es un asunto existencial que muy probablemente formará el futuro del continente europeo?.

Pero las repercusiones no terminan allí: la auto-censura también es impuesta por medio de nuevas leyes implementadas por nuestros líderes morales, a los que les parece que el poder concedido a ellos por sus cargos gubernamentales se extiende también a colocar limitaciones en cuanto a lo que podemos pensar y lo que no.


En resumen, sin la libertad de discutir abiertamente, el individuo no tiene los medios para escapar de su auto-impuesta minoría de edad. Sin la posibilidad de liberarnos y de ilustrarnos a nosotros mismos, permanecemos impotentes para cuestionar, para oponernos a y desafiar el statu quo.


Como piezas en un tablero de ajedrez, no tenemos voz en cuanto a nuestros propios destinos y ningún control de las estratagemas que implícitamente ayudamos a imponer. Silenciosamente cómplices de las devastadoras políticas, de conflictos y de guerras luchadas en nuestro nombre, simplemente nos convertimos en espectadores y miramos cómo nuestra cultura se corroe, nuestros valores se degradan y nuestras libertades son pisoteadas. Para entender cómo el hombre moderno se hizo cómplice de su propia subyugación intelectual, tenemos que volver y rastrear las raíces de la crisis.