En este mundo de locura liberal.. todo lo que sea degradación.. decadencia..degeneración o envilecimiento en el hombre esta permitido y es fomentado...pero el verdadero pensamiento independiente que se salga de lo que dicta el sistema.. es severamente penado por todas las cortes del mundo...el "delito de opinión" es el peor crimen que se puede cometer en este mundo de pensamiento totalitario...Oder

sábado, 12 de enero de 2019

Humano, demasiado humano, Vol. I, 1878.



 Friedrich Nietzsche

Antes de abordar este estado en sus consecuencias ulteriores, admitamos sin embargo que el hombre no ha caído en este estado por su culpa y pecado, sino por una serie de errores de la razón, que era defecto del espejo si su ser se le apetecía hasta ese grado sombrío y odioso, y que ese espejo era obra suya, la obra muy imperfecta de la fantasía y del juicio humanos. 

En primer lugar, un ser que únicamente fuese capaz de acciones puramente altruistas sería todavía más fabuloso que el Ave Fénix; ni siquiera puede ser imaginado claramente por el hecho mismo de que todo el concepto de acción altruista, sometido a un examen minucioso, se desvanece en el aire. 

Nunca ha hecho hombre alguno nada únicamente en pro de los demás o sin algún móvil personal; más aún, ¿cómo podría hacer algo sin relación a él, es decir, sin motivación interna la cual debería, sin embargo, tener su fundamento en una necesidad personal? ¿Cómo podría el ego obrar sin ego? Un dios que es por el contrario todo amor, tal como a veces se supone, no sería capaz ni de una sola acción altruista; a este respecto debería recordarse un pensamiento de Lichtenberg, tomado ciertamente de una esfera inferior: Es imposible que sintamos por otros, como suele decirse; sólo sentimos por nosotros. 

La frase suena dura, pero no lo es si se la entiende correctamente. No se ama al padre, ni a la madre, ni a la esposa, ni al hijo, sino los sentimientos agradables que nos procuran, o, como dice la Rochefoucauld: Quien cree amar a una mujer por amor a ella, se equivoca de medio a medio. Respecto a por qué los actos de amor se aprecian más que los otros, a saber, no por su esencia, sino por su utilidad, compárese con las investigaciones más arriba citadas sobre el origen de los sentimientos morales. 

Pero si un hombre deseara ser, como ese dios, todo amor, quererlo y hacerlo todo por otros, nada por sí, esto es ya imposible por el hecho de que debe hacer mucho por sí para poder en general hacer algo por amor a otro. Además, esto presupone que el otro es lo bastante egoísta para aceptar una y otra vez ese sacrificio, ese vivir para él; de modo que los hombres de amor y abnegación tienen un interés en la persistencia de los egoístas carentes de amor e incapaces de abnegación, y la moralidad suprema, para poder subsistir, debería por así decir forzar la existencia de la inmoralidad a través de la cual se superaría por cierto a sí misma. 

Además, la idea de un dios inquieta y humilla en tanto es creída, pero sobre cómo nació no puede haber ya ninguna duda en el estado actual de la etnología comparada; y con la comprensión de ese nacimiento se desmorona esa creencia. 



Pero si la idea de Dios falta, falta también el sentimiento del pecado como un delito contra preceptos divinos, como una mancha en una criatura consagrada a Dios. 

Entonces queda probablemente todavía esa desazón muy próxima y afín al temor a los castigos de la justicia mundana o al menosprecio de los hombres; la desazón del remordimiento de conciencia, el aguijón más agudo en el sentimiento de culpa, queda para siempre despuntada cuando uno se percata de que con sus actos ha delinquido sin duda contra la tradición humana, los cánones y ordenamientos humanos, pero sin haber con ello puesto en peligro la eterna salvación del alma y su relación con la divinidad. Si el hombre consigue, por último, adquirir la convicción filosófica de la absoluta necesidad de todas las acciones y de su plena irresponsabilidad y asimilarla en su carne y su sangre, desaparece también ese resto de remordimiento de conciencia.



Principal defecto de los hombres activos.



A los activos les falta habitualmente la actividad superior: me refiero a la individual. Son activos como funcionarios, comerciantes, eruditos, es decir, como seres genéricos, pero no como personas singulares y únicas enteramente determinadas; en este respecto son holgazanes. 

La desgracia de los activos es que su actividad es casi siempre un poco irracional. No cabe, por ejemplo, preguntarse ante el banquero amasador de dinero por el fin de su incesante actividad: es irracional. Los activos ruedan como rueda la piedra, conforme a la estupidez de la mecánica. 

Como en todas las épocas, así también hoy en día todos los hombres se dividen en esclavos y libres; pues quien no tiene para sí dos tercios de su día es un esclavo, sea por lo demás lo que quiera, político, comerciante, funcionario, erudito.